Movimiento obrero

CIUDAD REAL DEL SIGLO XX

LOS COMIENZOS DEL MOVIMIENTO OBRERO EN LA CIUDAD

Quizá la primera institución de carácter asistencial para la población obrera sea en Ciudad Real la Sociedad Obrera Benéfica fundada en 1904 y que sería conocida popularmente como «la Obrera». Los socios pagaban la módica cantidad de 25 céntimos a la semana, lo que para muchos era sin duda un sacrificio, para poder obtener una asistencia, en caso de enfermedad que le impidiera trabajar, de una peseta de jornal. Los primeros locales los tuvo en una modestísima habitación de la calle del Gato, que carecía de luz eléctrica v donde los asociados debían llevar su silla para las reuniones.

Contó desde sus comienzos con la ayuda económica del ministro de Fomento don Rafael Gasset, que le aportó 6.000 pesetas, y del marqués de Casa Treviño. En 1912 se inauguraron sus locales en la calle de Moret, hoy de Elisa Cendrero, esquina a la del jacinto, frente adonde luego se instalaría la Casa de Socorro. Entre ese año y 1916 estuvo presidida por Manuel Novés Santos, que presidía también a los obreros panaderos y sería fundador de la Agrupación Socialista de Ciudad Real. Fue el primer concejal socialista en el Ayuntamiento de Ciudad Real.

La vinculación de «la Obrera» con el PSOE fue cada día mayor. Llegó a aglutinar a las primeras sociedades obreras nacidas en los años iniciales del siglo, como la Unión Ferroviaria, la Asociación de Obreros Panaderos, la de dependientes de comercio o la de tipógrafos. En la vida de «la Obrera» constituyó un hito la visita a Ciudad Real del fundador del PSOE Pablo Iglesias, en septiembre de 1912, con motivo de participar en un mitin socialista en el llamado Teatro Circo o Teatro de Verano, donde luego estaría el «Cervantes». También significó un hito la primera celebración en Ciudad Real en 1917 de la fiesta del primero de mayo, que en «la Obrera» contó con una velada artística, en la que intervino un guitarrista muy conocido en Ciudad Real, Pablo Valencia.

Simultáneamente la iglesia católica organizaba también asociaciones de tutela de los obreros. Especial actividad desarrolló durante el episcopado de don Remigio Gandásegui. En 1907 se creó el Círculo Obrero Católico, de carácter cultural y asistencial. Uno de sus promotores más activos era el marqués de Casa Treviño. De su espíritu, común a todos los círculos que en España procuraban la tutela y el «sano esparcimiento» de los obreros, da idea el poema que en la sesión del 6 de febrero de 1908 leyera su autor, Luis Barreda. Se titulaba «Todos hermanos» y terminaba así:

«Quiero, asistido de la fe cristiana en las almas poner paz y contento; v predicando la igualdad cristiana decir al opulento:

Refrena tu ambición y tus placeres y acuérdate magnánimo del pobre; nunca para las dádivas esperes a que el oro te sobre.»

El obispo Irastorza continúo la obra de Gandásegui fundando la Federación de Sindicatos Católicos de La Mancha, tarea en la que tuvo como eficacísimo colaborador a don Jesús Andrés, luego canónigo de la Catedral hasta el fin de sus días en la década de los sesenta. La Federación estuvo presidida por el marqués de Casa Treviño v tuvo como órgano periódico de expresión El Sembrador.

«La tuberculosis se hace ostensible en la capital; en ésta como en otros muchos pueblos de la provincia, no es la pobreza de la clase jornalera el menor factor que entra en la suma que arroja la miseria fisiológica.

La propiedad, en general, se halla repartida en corto número de habitantes v el bracero en las poblaciones agrícolas trabaja y come... cuando puede, siendo por esta causa la víctima propiciatoria en todas partes de este azote de la humanidad. Contra estos elementos lucha la moralidad en la capital y provincia de Ciudad Real, sin más auxilio que la carencia de hábitos perniciosos como alcoholismo y otros, y las buenas disposiciones de sus vecinos con su espíritu religioso.

Guía del consultor e indicador de Ciudad Real y su provincia, 1905.

En esta línea se inscribe también la atención educacional a «los hijos de los obreros». Como escribe Rafael Abellán en su Cuadro a pluma, «Ciudad Real carecía de un centro docente en que flotara el espíritu evangélico; donde hallase el niño pobre y el obrero honrado, sin gasto de ninguna especie, la necesaria instrucción; centro donde aprendiese a ser hombre y ciudadano, conociendo sus derechos v deberes». A tal efecto se funda, con un legado particular de doña María Concepción Medrano Maldonado, el Instituto Popular de la Concepción, que sería conocido desde entonces como «la Popular». El obispado había comprado una casa en la calle de Sauco Díez, como se le llamaba entonces a la de la Mata, que antes había sido cuartel de la Guardia Civil para utilizarla con fines educativos. La había adquirido el 15 de julio de 1912 de su anterior propietario, don Luis Parral, catedrático del Instituto de «San Isidro» de Madrid. Las obras empezaron en agosto de 1913 con la dirección del arquitecto diocesano don Florián

Calvo. Estarían terminadas en 1916. La labor docente de esta institución fue encomendada a la Compañía de María, los «marianistas s, recién establecidos en Ciudad Real y que desde 1916 hasta 1936 desarrollarían en sus aulas una excelente labor educativa, no dirigida exclusivamente a los núcleos obreros sino más bien de carácter interclasista.

Esquina del antiguo mercado de Ciudad Real, donde hoy, se alza el edificio del Gobierno Civil

Esquina del antiguo mercado de Ciudad Real, donde hoy, se alza el edificio del Gobierno Civil. Acuarela de J. López-Salazar,

Se pensaba instalar el Círculo Católico también en aquellos locales, donde patronos y obreros conformaran «el núcleo poderoso de espíritus fuertes que han de militar en las avanzadas del ejército de Cristo». Uno de los salones se dedicaría a la Escuela de Artes y Oficios. Y el gran salón de la planta baja a teatro y cine, con capacidad para 600 espectadores. Durante muchos años, las funciones de teatro o las películas mudas que se daban en «la Popular» fueron esperada distracción de las tardes de domingo de la burguesía ciudarrealeña.