El Refranero popular de la lengua española (a)

  A quien Dios quiere bien, el viento le junta la leña.

  A quien Dios quiere bien, la perra le pare lechones.

  A quien Dios quiere para rico hasta la mujer le pare hijos de otro.

  A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

  A quien duerme, duérmele la hacienda.

  A quien el vino no plaz, Dios le quite el pan.

  A quien en su casa era un diablo, cuando se ausenta, tiénenlo por santo.

  A quien espera, su bien le llega.

  A quien está en su tienda, no le achacan que se halló en la contienda.

  A quien feo ama, bonito le parece.

  A quien ganando no guarda, media albarca; y a quien ni ganar espera, abarca entera.

  A quien habló, Dios le oyó.

  A quien has acallado no le hagas llorar.

  A quien has de acallar, has de halagar.

  A quien has de dar la cena, no le quites la merienda.

  A quien hubieras vencido no lo tengas por amigo.

  A quien le dan el pie, se toma la mano.

  A quien le duele una muela, que la eche fuera.

  A quien le pique el alicante, que llamen al cura que le cante.

  A quien le pique, que se rasque.

  A quien lo quiere celeste, que le cueste.

  A quien madruga, Dios le ayuda.

  A quien mal canta, bien le suena.

  A quien mal vive, su miedo le sigue.

  A quien miedo han, lo suyo le dan.

  A quien mucho miente, le huye la gente.

  A quien mucho tememos, muerto le queremos.

  A quien mucho tiene, más le viene.

  A quien nada quiere, todo le sobra.

  A quien no la teme, nada le espanta.

  A quien no le sobra pan, no críe can.

  A quien no quiere caldo, tres tazas y la última rebosando.

  A quien paga adelantado, mal le sirve su criado.

  A quien se hace el sordo, barreno gordo.

  A quien se siente en cada pena, nunca le falta qué le duela.

  A quien se viste de lo ajeno, le desnudan en concejo.

  A quien siembra espeso, dos veces le merma la panera: una cuando coge y otra cuando llena.

  A quien soledad quiere, todo le estorba.

  A quien te da el capón, dale la pierna y el talón.

  A quien te engañó una vez, jamás le has de creer.

  A quien te hizo una hazle dos, aunque no lo mande Dios.

  A quien tiene abejas, nunca le falta un buen postre en la mesa.

  A quien tiene malas pulgas, no le vayas con burlas.

  A quien tiene ropa y duerme en el suelo, no le tengas duelo.

  A quien tienes que dar la cena, no le quites la merienda.

  A quien vive pobre por morir rico, llámale borrico.

  A raposa durmiente, no le amanece la gallina en el vientre.

  A rey muerto, rey puesto.

  A rico no llegarás, pero de tacaño te pasarás.

  A río crecido, sentarse en la orilla.


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