Ciudad Real. Siete Siglos a Través de sus Calles y Plazas, 1245-1945
de JOSÉ GOLDEROS VICARIO
INTRODUCCIÓN
Esta es una obra basada en la recopilación documental, tanto escrita como oral, sobre la historia de algunas de las principales calles y plazas de la primitiva aldea o caserío perteneciente hasta el siglo XIII al término de Alarcos, conocido sucesivamente con los nombres de Puebla del Pozuelo, Pozuelo Seco, Pozuelo de D. Gil, Villa Real, y por último Ciudad Real.
En efecto, en el presente trabajo se ha pretendido extraer los datos más interesantes acaecidos en el interior de su recinto amurallado. Desafortunadamente, no son muchos los que se poseen -alguna calle apenas se menciona en la obra-, debido, en parte, a la pérdida de los archivos más antiguos en los incendios sufridos en la primera Casa Consistorial en el siglo XIV y posteriores, donde desapareció abundante documentación correspondiente a los inicios de la villa.
El origen de la Puebla del Pozuelo se debe a la decadencia de la ciudad de Alarcos. Fuerte impulso recibió esta aldea, llamada entonces Pozuelo Seco, por parte de Fernando III el Santo, de su esposa Doña Juana y de su madre, la reina Doña Berenguela. A dichos personajes, según las crónicas, es atribuida la ampliación de la ermita de Santa María (hoy Catedral) levantada en un prado. El encuentro o "vistas" de los personajes citados anteriormente en el año 1245, se vieron prolongadas durante varias semanas, lo cual daría lugar a la diaria visita a dicha ermita, que según la tradición dio motivo a que ofrecieran diversos obsequios a la imagen que tenían por patrona los del lugar.
Pozuelo Seco empezó poco después a llamarse Pozuelo de Don Gil, cuyo nombre tomó de un rico caballero castellano, vecino de Alarcos, por haber mandado hacer un pozo notable. En efecto, debe desecharse la idea que el tal Don Gil fuera el fundador del lugar, pues nació muchos años después, viviendo en Alarcos, trasladándose luego a Pozuelo Seco y contribuyendo con interés a su progreso.
Pozuelo de D. Gil bien pronto cambia de nombre; Alfonso el Sabio lleva a la práctica-con algún fin político- fundar en el referido Pozuelo una villa que fuese cabeza de todas aquellas tierras, dándole entonces el nombre de Villa Real.
Cuenta la tradición que el rey, con objeto de demarcar el recinto urbano de la nueva villa, trazó con su propia espada una señal sobre la tierra, que luego un arado arrastrado por un par de bueyes, marcó con un profundo surco, señalando así por donde se habían de levantar las murallas. Después ordenó a varios caballeros de su comitiva que en ella se avecindasen. Pasados casi dos siglos, Villa Real toma el nombre de Ciudad Real, "la muy noble y muy leal", merced hecha por Don Juan II en agradecimiento a los servicios prestados por sus leales vasallos villarrealenses.
Destinado para ser en el futuro un pueblo importante, quedó relegado después al más absoluto olvido, a pesar de los intentos de algunos monarcas. Buena prueba de ello es la instalación en él del primer tribunal del Santo Oficio (Inquisición) de Castilla en 1483, y de la Real Chancillería o Tribunal Superior de Justicia, en 1494.
Por una Provisión de Carlos III, el 22 de febrero de 1679, Ciudad Real fue declarada "Cabeza de Tesorería de Millones del Campo de Calatrava". Esta Providencia preparó el terreno para ser elegida capital al crearse luego la provincia de La Mancha.
"Vista de lejos decía José de Hosta, en 1865- presenta un aspecto agradable, ya por el conjunto de sus casas, murallas y avenidas, ya por sus arboledas, viñedos y olivares; pero al acercarse a sus puertas causa pena el contemplar que, a pesar de haber sido sus muros reparados en la guerra de la Independencia y en la última civil (carlista), lejos de hallarse en el estado que debiera, hay largos trechos en que están casi enteramente derruidos. La circunferencia de su cerca o muralla es de 5.152 varas, deducido el terreno ocupado por las ocho siguientes puertas: la de Toledo, Calatrava, La Mata, Granada, Ciruela, Alarcos, Carmen, y Santa María... pero en los intermedios hay muchos espacios ocupados no por casas sino por campos sembrados de cereales y por huertas, lo que prueba que esta ciudad ha sido más populosa anteriormente. Tiene poco más de mil y cien casas habitadas, bastante buenas en general, aunque algo bajas, pero las hay magníficas con sus fachadas revocadas y aun pintadas que pueden rivalizar con las de más lujo de una ciudad de primer orden . Además de la Plaza Mayor hay las plazuelas del Pilar, San Francisco, Loaisa, Santiago, San Antón, Franciscas, Hospicio, Dominicas, Muñoz, Carmelitas, Remedios, el espacioso atrio de Santa? María y setenta y cuatro calles, de las que las de Toledo, Calatrava y la Feria, que son las principales, forman una especie de estrella al sur de la Plaza Mayor, que es un rectángulo de 150 pasos de longitud y poco menos de latitud con soportales en los tres frentes, pues por el E. desemboca en ella la calle que va a la cárcel de la Hermandad y a la iglesia de San Pedro...".
La desidia hizo que la ciudad, en el año de 1910, dejara mucho que desear en cuanto a organización urbana. El periódico de la capital "Heraldo de la Mancha' se quejaba al Ayuntamiento en aquella fecha, al publicar lo siguiente: "Es seguro, que cualquiera de nuestros lectores que haya visitado una población medianamente urbanizada, habrá visto en todas sus calles rótulos indicadores de los nombres de estas ... sin embargo, y a pesar de haber tomado nuestro Ayuntamiento en los años 1889 y 1904 acuerdos relativos a la rotulación de las calles de la capital, esta es la hora en que no ha habido un alcalde que haya tenido a bien ejecutarlos...".
Los ciudarrealeños se quejaban -con razón- de que sus calles carecían de rótulos, y la inmensa mayoría de sus habitantes no tenían el gusto de saber los nombres de las calles por donde pisaban "porque muchas veces no los tienen, y los que los poseen son invisibles y más valdrían que no los tuvieran.... "Este era el panorama de la capital al inicio del siglo XX.
Esta obra, pues, trata de hacer un repaso histórico por gran parte del recinto urbano de la ciudad, o por algunas de sus calles más tradicionales y señeras, como también de sus instituciones, tradiciones y sucesos significativos, que fueron y deben ser conocidos por las actuales generaciones. Por desgracia, nuestra capital ha visto desaparecer, no sin harto pesar de muchos amantes de ella-entre los que me cuento-, los muy interesantes vestigios de su pasado. Testigos arquitectónicos que jamás debieron perderse pueden contarse por decenas. No debieron perderse, por ejemplo, la portada de la Cárcel de la Santa Hermandad (similar a la que conserva Toledo), no debieron perderse numerosas casas del barrio de la judería, algunas de extraordinario mérito por su singular arquitectura, entre ellas la supuesta casa de la Inquisición, y los magníficos caserones, cuna de casas solariegas que se alzaban a todo lo largo de la calle principal del antiguo barrio hebreo, o sea la calle Real de Barrionuevo (hoy Libertad), o las muy interesantes de la calle del Lirio, más modestas, pero algunas con bellísimas historias sobre sus muros. No se debió consentir por las autoridades de las diferentes épocas, la demolición de todas las puertas de acceso de la ciudad (por fortuna conservamos la de Toledo), ni su cerca o muralla, que aún hasta los años 50 de este siglo permanecía en pie en pequeños tramos, como testigos mudos de su pasado realengo. Lo que podía haber constituido una fuente turística, con sus zonas concretas 'de barrios con sabor medieval fue perdido. El barrio de "la Morería" conservaba calles con auténtico sabor moruno ... esa calle de la Morería, Real, Jara, Alamillo alto y bajo, Zarza, Reyes, Infantes, etcétera.
Aún reservan muchas sorpresas estos barrios de Ciudad Real ... esa Plaza de Belmonte, los vestigios aparecidos en una casa de la calle Real, que no son otra cosa que los restos de la casa solariega de la familia de los Coca, cuyo más artístico testimonio de su presencia en la ciudad lo poseemos en la capilla llamada "del chantre Coca", en la iglesia parroquial de san Pedro Apóstol.
No consintamos jamás que desaparezca la antigua Casa Consistorial, con su arco, en la plaza Mayor, bajo el cual aún permanece un antiquísimo cuadro con una imagen de la Virgen, como desapareció la "casa de la torrecilla", frente a la iglesia de san Pedro, o todo el lienzo de muralla con sus torres, entre ellas, la famosa "del cubo", a lo largo de las rondas de Cisneros y de Granada, que aún en el último tercio del siglo pasado se encontraban en regular estado de conservación ¿Dónde están los preciosos arcos de la casa del Pozo Concejo? Conservemos, pues, lo escaso que nos queda y lo que vaya aflorando de nuestro pasado.
EL AUTOR
FUENTES
La obra descansa fundamentalmente sobre fuentes recogidas de publicaciones periódicas de ámbito local; desde "El Labriego" (1880-1910); pasando por "El "Manchego" (1886); "La Tribuna" (1892); "Heraldo de la Mancha", al inicio del presente siglo; "Diario de La Mancha", también de 1906-1909; "Pueblo Manchego"; "Vida Manchega"; diario "Lanza", a partir de su fundación en 1943 hasta aproximadamente los años sesenta, y otras muchas publicaciones de vida más efímera imposible de enumerar aquí y que tanto abundaron en nuestra capital.
También es obligado señalar la riqueza del material documental utilizado de los Archivos del Excmo. Ayuntamiento de Ciudad Real, Museo-Archivo Histórico Municipal "E. Cendrero", Biblioteca Pública de Ciudad Real, Archivo Histórico de la Excma. Diputación Provincial, Archivo Histórico Provincial, y otros de naturaleza particular. Sin olvidar al Archivo Histórico Nacional, Biblioteca Nacional, Hemeroteca Nacional y Hemeroteca Municipal de Madrid.
Naturalmente, a la lista de entidades de ámbito municipal, provincial o nacional debo añadir los datos inestimables que sobre Ciudad Real he hallado en las obras de los autores reseñados en las notas finales de que dispone el presente trabajo. También dar a conocer las interesantes aportaciones de carácter oral, que, aunque de menos valor científico, he recogido y tanto significan en la historia y tradiciones de Ciudad Real.
CAPÍTULO I
ORÍGENES DE LA VILLA
El camino real de Toledo a Córdoba, que cruzaba cerca de Pozuelo de D. Gil, hoy Ciudad Real, fue considerado uno de los más importantes de la Península Ibérica desde el siglo VI, sobre todo cuando la ciudad de Toledo es elevada a capital del reino. Así permanecerá hasta ser abierto al tráfico moderno el paso de Despeñaperros. Hay referencias de esta aldea o puebla del Pozuelo desde el siglo XI. La toma de la ciudad de Córdoba en 1236, señala el definitivo dominio cristiano del camino, como consecuencia de la victoria de la Navas de Tolosa. Es durante el reinado de Fernando III, y a causa de la Reconquista, cuando se aprecia un ligero aumento de población en este modesto núcleo habitado, en la confluencia de la antigua vía romana y el nuevo camino rea(, donde ya existía el citado Pozuelo. En tiempos de Alfonso el Sabio sigue el uso continuado del camino; es entonces cuando este monarca funda en 1255 Villa Real, en el conocido lugar de Pozuelo de D. Gil.
El origen de Pozuelo Seco o Puebla del Pozuelo anterior a Pozuelo de D. Gil fue el que sigue, a juzgar por lo que afirma fray Diego: "...en tiempos que Alarcos estuvo poblada por christianos y se bajaron algunos dellos buscando tierras de labor en las (lanadas que hoy ocupan Ciudad-Real y experimentaron lo fértil de la tierra, ayudando a esto un pozo abundantísimo: hoy se llama El Pilar, dispuesto para abrevadero de los ganados, con las cuales comodidades se fueron levantando algunas casillas[ ...]este era el cortijo de Pozuelo Seco..:".
Una aproximación a la puerta de Calatrava
DOS CAMINOS CRUZAN LA NUEVA VILLA
La vía romana penetraba en Villa Real por la Puerta de Calatrava a través del viejo camino de los Mártires, que llegaba a esta población desde la fortaleza de Calatrava la Vieja, para continuar su trazado por las actuales calles de Calatrava, Feria, Postas y Alarcos, atravesando finalmente el actual Parque Gasset. El camino real, en cambio, pasaba al interior de la villa a través de la Puerta de Toledo, levantada por Alfonso XI, siguiendo por las actuales calles de Toledo, María Cristina, Plaza Mayor, General Aguilera, Plaza del Pilar, Avenida de Alarcos y Parque Gasset. Ambos caminos se cruzaban en las llamadas "cuatro esquinas" o sea, las calles Calatrava-Feria y María Cristina-Toledo, para confluir de nuevo al final de la calle de Postas con la Avenida de Alarcos, junto al antiguo y desaparecido Seminario Diocesano, y continuar así el camino directo al castillo o fortaleza de Caracuel.
El desarrollo de Villa Real es lento: cuarenta años después de su fundación aún se trabajaba en la construcción de su cerca o muralla. Tres siglos después contaba ya con numerosos conventos, ermitas y capillas en el interior de ella, levantándose también algunos de estos edificios religiosos extramuros de la villa. Ante tal abundancia de ellos el Concejo recibe una Provisión real que ordena a los regidores de la ciudad (8 de julio de 1595) "Que no consientan se funden nuevos monasterios de monjas y frailes sin su consentimiento". Otra Provisión es dirigida al arzobispo de Toledo, obispos y abades. (Antiguo Archivo Municipal).
Torre del cubo o "redonda" de la muralla
El rey Sabio, con loable empeño, había acometido la fundación de la nueva villa, pero ante el escaso afluir de gentes al lugar, y hallándose en Valencia en el mes de septiembre de 1279, hace un llamamiento al pueblo musulmán, muy especialmente a los fronterizos de Castilla "para que vengan a establecerse a la nueva villa, ofreciéndoles casas y heredades". No sabemos con certeza cuantos individuos de esta raza llegaron a Villa Real ante el llamamiento del monarca castellano.
Es a partir de la época de Felipe II, cuando los moriscos comienzan a ser dispersados por ambas Castillas y Extremadura, una vez que fueron vencidos. Es entonces cuando numerosos grupos o familias llegan a instalarse en la actual Castilla-La Mancha, la "Manxa" de sus antepasados.
BARRIO DE LA MORERÍA
Comprendía el barrio morisco desde la Puerta de Santa María a la de Alarcos, cerrándolo las calles de Postas, Reyes, Infantes, etcétera. La denominación de algunas de sus calles como la Lentejuela o Lencejuela, Jara, Alamillo y otras, y la estrechura y denominación de varias más denotaban claramente su origen morisco. Los moros de procedencia granadina se vieron incrementados con los originarios de la Alpujarra, enviados aquí en 1570. En los tiempos de mayor esplendor de esta comunidad rebasarían los límites del barrio primitivo, instalándose por las calles de la Zarza y Real y también por la zona de la Cava, o sea, por las calles del Tinte, Pozo Dulce y otras cercanas.' Los moriscos dieron un gran impulso a la industria, al comercio, a las artes, y sobre todo a la agricultura. La "Morena" de Ciudad Real situábase "al Occidente de la iglesia de Santa María (Catedral) hasta la muralla..." formándolo más de quinientas casas.
Patio de la calle Lentejuela (años 1950-60)
¿A qué menesteres estaban dedicados los moriscos de Ciudad Real? Sin temor a equivocarnos diríamos que: a cultivar huertos, fabricar cestos, andar con recuas, negociar con higos, pasas, almendras, arrope y frutas; hacer ladrillos y adobes, blanquear con cal, trabajar el yeso, vender aceite, buñuelos y aguardiente etcétera, lo cual les daba para mantenerse sin demasiadas estrecheces.
LA MEZQUITA DE LA MORERÍA
Así como en el barrio judío se tenía plena certeza de la ubicación de la Sinagoga mayor, no se conserva rastro fidedigno alguno del lugar donde alzabase la Mezquita de la morería. Sin embargo, don Emilio Bernabeu nos lo daba a conocer (diario Lanza de Ciudad Real, febrero de 1955): "Por casualidad he encontrado una interesante nota que dice: situación de la Mezquita en el barrio de la morería en la casa número 9 de la calle del Alamillo Alto. A la espalda de dicha Mezquita -dice-, y cerca de su torre o minarete estaba la casa del muezin, y a pocos pasos, en las casas 2 y 4 de la calle de la Lentejuela estaba la del más rico moro del barrio, Aben-Mehadi de Toledo".` En efecto, según tradición popular, la escuela o "madrisa" de este barrio se localizaba en una casa del final de la calle Lentejuela, semiderruida por los años, que conservaba aún casi entera su portada por los años de 1950. La Morería conservó plenamente su sabor moro hasta principios de siglo. Por ejemplo, la calle de la Jara fue una de ellas. Su nombre quizás se deba a que este arbusto, que es un excelente combustible, era almacenado en esa calle en tiempos de los moriscos, que la traían a carretones para calentar los hornos de pan y también en haces, llamados después "estudiantes", para venderlos por los hogares pobres de la ciudad.
Un corral de la Morería
LA JUDERÍA DE VILLA REAL
La presencia de los hebreos en Villa Real, hacia 1290, es ya muy significativa, teniendo en cuenta que hacía tan sólo 35 años que había sido fundada por el rey Sabio, aunque nos consta que los judíos hacen ya acto de presencia en la villa desde el mismo momento de la fundación.
Del repartimiento de aljamas que se hizo durante el reinado de Sancho el Bravo, fue encontrada una memoria en el archivo de la iglesia Primada de Toledo que literalmente dice así: "Esta es la partición de las Aljamas de los judíos que se fiso en Huete por mandato del rey en el mes de septiembre era de mill e trescientos é veinte é ocho annos (1290)". Se divide el reino en obispados, comenzando por la frontera, sigue el reino de León, Tierra Rasa, etc." Efectivamente, en el apartado de "Tierra Rasa" aparece Villa Real, y en ella señalamos que su aljama contribuye con 26.486 maravedís, siendo tan sólo Toledo y Almoguera las que aparecen con una cantidad superior.'
Desde muy antiguo se había ordenado que los judíos viviesen en barrios separados con una cerca o tapia, que se conoció bajo el nombre de "juderías", permaneciendo del mismo modo después de la entrada de los musulmanes. Sin embargo, en las Cortes de Burgos de 1367, se solicitó "que se derribasen las cercas de las juderías que tenían apariencia de fortalezas”. Parece que no se observó esta separación en los pueblos de más corto vecindario. Esta era la política "oficial" hacia los judíos; pero, en realidad, ocurría todo lo contrario: la interrelación entre cristianos, musulmanes y judíos fue totalmente fecunda, pues produjo extraordinarios frutos en todos los campos de la actividad humana. Pero esta luz de tolerancia -más o menos clara- se apagó a finales del siglo XIV y desembocó en la inexorable expulsión de 1492.
El año de 1391 significó el fin de la aljama de Villa Real. El barrio judío fue atacado, hubo muertes y la mayoría de sus habitantes se vio forzado a tomar el bautismo. Poco después-como veremos-la sinagoga mayor se convertiría en la iglesia de san Juan Bautista del convento de Santo Domingo.
SINAGOGA MAYOR
En los barrios judíos el edificio más importante y principal era la sinagoga. Estos edificios no requerían nada especial en su arquitectura por parte judía, pero en los reinos medievales de España, la construcción de una sinagoga requería doble autorización, real y eclesiástica, y reyes y obispos obligaban a seguir unas directrices determinadas, sobre todo en relación al edificio en su aspecto exterior. Era fundamental que una sinagoga de ninguna manera sobrepasara a una iglesia ni en belleza ni en altura.
CONVENTO DE DOMINICOS
La sinagoga mayor de Villa Real, la donaba Enrique III en 1393 a su maestre-sala Gonzalo de Soto, que la vendía a su vez en 1396 al tesorero real Juan Rodríguez de Villarreal, el cual la donaba en 1399 a los dominicos, a condición de que hicieran de ella una iglesia bajo la advocación de San Juan Bautista en los terrenos limítrofes a su convento.' Otra condición era que recibieran sepultura en ella su esposa y él mismo. En julio de 1407, el "Concejo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Villa Real, con consulta de S.M. donan al convento de Nuestro Padre Santo Domingo, un pedazo de calle que llaman el Compás de la puerta de la iglesia". Este traslado se encontraba a finales del s. XIX, en el Archivo de la Delegación de Hacienda, y entre otras cosas decía: "...la calle principal de Varrionuevo la cual dcha. calle Barrera vos damos toda según dcho. es, para que podades de ella 6 en ella facer todo lo que tobieredes e porqué ayaderes espacio e alargamiento para edificar las casas que vos fueren necesarias al dcho. monasterio..."".
El barrio judío de Villa Real extendíase desde la calle de la Paloma -también conocida en otros tiempos por Leganitos- por el Oeste, hasta el lienzo de muralla levantado entre las Puertas de la Mata y la de Calatrava por el Este: la actual calle de Calatrava por el Norte y hasta la de Lanza y de la Mata por el Sur. Otras de las principales calles del barrio judío eran: la Judería, llamada después de 1391 Real de Barrionuevo; la actual calle del Cardenal Monescillo era conocida por Tercia hasta la calle Libertad, y desde esta última hasta Lanza se la llamaba Culebra. La calle Conde de la Cañada era la de la Sangre; Lobo correspondía a Alcántara; Peña a Delicias; Combro o Cohombro era Corazón de María. La calle del Lirio antes se la llamaba de Loaysa. La del Refugio conserva su antiguo nombre, que tomó de un hospital para mujeres indigentes que allí había, fundado por una congregación, como luego veremos, y que subsistió hasta bien entrado el s. XIX. Desde Lirio y Delicias -antes Peña- hasta la muralla todo eran huertas y descampados.
Artístico balcón y fachada en calle Lanza
CASA DE LOS MISIONEROS DEL CORAZÓN DE MARÍA
En la calle del Cohombro número 2 (Corazón de María), y sobre la que fue casa-bodega y huerta de don Federico García, tenían su casa-misión los misioneros hijos del Sagrado Corazón de María. En efecto, esta fundación se debía a los desvelos del P Inocencio Herrero, misionero, y al desprendimiento de doña Ulpiana Díaz y de doña Dolores de Bustos, las cuales ofrecieron sus caudales al Sr. obispo don J. María Rancés, con objeto de fundar en Ciudad Real una casa de ejercicios, hecho que se verificó el 22 de noviembre de 1895. Constaba el edificio de iglesia, casa-misión y de ejercicios con numerosas habitaciones, huerta y otras dependencias. La iglesia, hasta 1903-de cortas dimensiones-, logró casi duplicar el P Pinosa, gracias a la generosa ayuda de la población. La calle del Cohombro se llamó entonces del Corazón de María. Hace tan sólo unos años desapareció este edificio de enorme solar, para formar con él una plaza ajardinada.
Estandarte de la inquisición
CAPÍTULO II
CASA DE LA INQUISICIÓN
Según tradición en Ciudad Real, en la primera casa de la derecha donde nace la calle del Lirio, estuvo “la casa de la Inquisición", asunto no probado documentalmente, pero con indicios claros de que así fuera. Cuentan las crónicas que luego fue casa de los condes de Montesclaros. "En su interior estaban las mazmorras y la famosa sala del Tribunal. En efecto, en un patio interior se podía contemplar aún bien avanzado este siglo un bellísimo arco mudéjar apuntado, posiblemente del s. XIV (actualmente instalado en el Museo Provincial de Ciudad Real). En su fachada había una cruz esculpida, que luego desapareció, y en su interior y frente a la puerta mudéjar del patio ya descrita, alzábase un pabellón de dos pisos con una galería al descubierto o largo corredor, con su balaustrada o barandilla de torneada madera, ya muy deteriorada por las inclemencias del tiempo"."
"Una de las primeras y más visibles consecuencias de las olas de violencias y desmanes contra las gentes de la nación hebrea fue la radical disminución de rentas, especialmente eclesiásticas y una crisis en la producción, dado el gran número de telares y talleres de todo tipo trabajados por los judíos." A todo lo largo del s. XV a la par que nuevamente aumentaba la prosperidad de los judíos, menudeaban las disposiciones discriminatorias contra ellos. En 1465 se les ordena: "que deben llevar señales externas y bien visibles de su condición-que era un trozo de paño rojo en el pecho o cerca de los hombros-". Las Cortes, reunidas en Toledo en 1480, determinaron "que los judíos de Castilla habrían de agruparse en barrios que quedaran cercados convenientemente para así conseguir una más perfecta separación de judíos y cristianos". Nada de lo ordenado era nuevo, pues se sabe que en el s. XIV algunas juderías importantes castellanas estaban cercadas y guardadas, como es el caso de Ciudad Real. La razón aducida por los reyes era evitar "la confusión y daño a nuestra fe." Cuando una judería alcanzaba un estadio superior de organización recibía el nombre de "aljama". Esto quería decir que disponía, desde luego, de instituciones necesarias para llevar una vida enteramente judía, tales como sinagoga, rabino y auxiliares de sinagoga, cementerio propio, migwé (baño ritual), Talmut Torá (escuela religiosa), carnicería propia, horno propio y hospital para pobres.
FONSARIO O CEMENTERIO JUDÍO
¿Qué suerte corrió el cementerio o "fonsario" judío de Ciudad Real? La reina Doña Beatriz donaba, en el año 1412, el cementerio hebreo a Juan Alfonso, su criado y escribano del rey" quien lo vendía al siguiente año a las cofradías de "Todos los santos", "San Juan de los Viejos" y "San Miguel de Septiembre", las tres formadas por judíos conversos o "marranos" de Villa Real, que aquí como en todas partes, procuraban con ahínco dar muestras de verdaderos cristianos, aun que en el fondo les repugnara profundamente. La escritura de venta del fonsario se otorgó en Villa Real el 10 de octubre de 1413, por valor de 1.500 maravedís. El lugar lo ocupó dicho "fonsario" en las afueras de la ciudad "al Oriente del barrio judío, entre los caminos de la Mata y Calatrava".
Una aproximación a la puerta de la Mata
El sitio de referencia estaba situado en las inmediaciones del actual puente del ferrocarril, en su cruce con la carretera de Carrión. Como dato ciertamente interesante, añadiremos que, a comienzos del año 1953 fueron hallados los restos de una necrópolis en una cantera de cal en explotación llamada de "Cañizares", cercana al viejo camino de los "Mártires", que conducía directamente a las ruinas de Calatrava la Vieja, y no muy lejos del citado fonsario judío. Se encontraron debajo de una delgada capa de tierra varias vasijas u orzas de barro conteniendo restos de cadáveres incinerados, posiblemente de origen ibérico.
LA INQUISICIÓN, PUERTA Y CALLE DE LA MATA
Precisamente, cuando se instala el Tribunal de la Inquisición de Castilla en Ciudad Real, en el año 1483, y comienzan los procesos, es emplazado el quemadero de los condenados a la hoguera o "braserillo" -así llamado irónicamente por los de Ciudad Real-, junto a la Puerta de la Mata, cerca del fonsario. El nombre de esta puerta y la calle se deba quizá a esta circunstancia.
La descripción que hace de la Puerta de la Mata el P Díaz Jurado es sumamente interesante, dice así: "... la tercera (Mata), mira al Sol cuando sale. Es de las más principales. Guarnécenla dos torres y en su mediación, a lo exterior de la ciudad, está el escudo de las reales armas de Nuestros Reyes Católicos. A lo interior, por encima del arco de la puerta, se veía un altar con varios colores, donde dicen se oía y celebraba el sacrificio Santo de la Misa". Hasta aquí lo que dice el P Jurado. El altar "con varios colores" que afirma ver el sacerdote, parece que fue en tiempos anteriores una pequeña capilla dedicada a Nuestra Sra. de la Soterraña "sita en lo alto de la muralla antigua de la Puerta de la Mata". Se dice, que algunos días celebraba misa aquí san Vicente Ferrer por los años de 1411, "pero desde que vino abajo esta capilla, la imagen tuvo culto en el convento de Santo Domingo, hasta su demolición mediado el siglo XIX, sin poder averiguar su definitivo paradero".
Con las revueltas de los últimos años del reinado de Enrique I V, cuyo secretario era Alvar García de Ciudad Real, tuvieron lugar muchas apostasías de los llamados cristianos nuevos; los judíos habían logrado enorme poder y, mediante la usura, forzaban a muchos de sus deudores a renegar del cristianismo El dominico fray Tomás de Torquemada; que se había distinguido por su celo en combatir las apostasías, estableció en Castilla los tribunales permanentes que funcionaban en Aragón y otros países. Implantó Torquemada los jueces auxiliares, otorgándoles plena potestad, expidiendo el pontífice Sixto IV la bula oportuna, creándose por ello tribunales en Sevilla, Córdoba, Jaén y Ciudad Real. Según el plan concebido desde un principio y sólo realizado después de dos años, el tribunal de Ciudad Real debía haberse establecido en Toledo; pero su arzobispo don Alonso Carrillo poco antes de morir había nombrado como inquisidor a un tal don Tomás`, y así no parecía conveniente provocar allí nuevas dificultades. Inicióse la actividad de los nuevos inquisidores de Ciudad Real con el consabido edicto de fe en el término de 30 días, que luego se prolongó en otros 30, al que nos consta que se acogieron muchos judaizantes.
Iglesia de San Pedro. En segundo término la "Casa de la Torrecilla". A la derecha, la cárcel de la Santa Hermandad
El primer auto de fe celebrado por este tribunal castellano se llevó a cabo el 13 de noviembre en la iglesia de San Pedro el mismo año 1483. Después de todas las amonestaciones y términos de gracia, o hablando en otros términos, una vez empleada con los conversos la misericordia, empezó a hacerse sentir el rigor característico de la época y del inquisidor Torquemada.
Este rigor característico de la Inquisición de Ciudad Real comenzó a sentirse en los autos de fe de los días 6, 23 y 24 de febrero de 1484. Se había terminado un buen número de procesos, y en estos autos fueron publicadas las respectivas sentencias, 34 personas fueron quemadas vivas y 40 estatuas de otros tantos fugitivos fueron estragadas a las llamas.
Aunque lo dicho es suficiente para tener una idea de lo que en realidad eran estos procesos, queremos dejar constancia aquí de uno de ellos, que lleva como título en el original del Archivo Histórico Nacional de Madrid "Proceso contra la Pampana. Quemada".`
La actuación del tribunal de Ciudad Real no puede decirse que fuera extremadamente rigurosa. Pero, sea que hubieran desaparecido los obstáculos para establecerse en Toledo este tribunal, sea por otras razones desconocidas, el hecho es que el año 1485 fue trasladado a la antigua capital española. Algo así como tribunal auxiliar del de Ciudad Real y Toledo fue el establecido en Guadalupe el mismo año de 1485.
Vista de la torre de la catedral desde la plaza Mayor, con su antiguo chapitel
(Vida Manchega)
Se asegura que uno de los primeros condenados a la hoguera fue Sancho Ciudad, regidor y recaudador de rentas reales y uno de los más sobresalientes miembros de la comunidad conversa ciudarrealeña, que al tener conocimiento de su inmediata detención huye a Valencia donde será detenido y conducido a Toledo para ser quemado en unión de Mari Dias, su mujer. De este proceso y de muchos otros se conservan carpetas en el Archivo General de Alcalá de Henares. El más solemne de todos los autos de fe celebrados fue el del 15 de marzo de 1485. Desde luego, la ceremonia debió ser espeluznante por la lectura de las sentencias, la hoguera inquisitorial y la macabra ceremonia de la quema de los restos de los exhumados por condena posterior a su muerte. El espectáculo no muy agradable de describir-como decimos sí debió serlo de presenciar, como lo demuestra la masiva asistencia a la Plaza Mayor ciudarrealeña "de mucha parte de la ciudad e mucha gente forastera de todo el Campo de Calatrava e de otras villas e lugares de la comarcó". A pesar del traslado del Santo Oficio a Toledo, la tensión no se relajó en Ciudad Real por la regularidad con que los visitadores itinerantes de la Inquisición llegaban a la ciudad en las fechas establecidas.
CERCA O MURALLA
La muralla que encerraba la ciudad, pasados unos siglos fue deteriorándose, y, aunque se realizaban ciertas reparaciones su estado era lamentable. En un interesantísimo manuscrito, compuesto de dos folios, se relata el estado de la cerca por aquel tiempo en un estado de
Una aproximación a la puerta de Santa Marta
abandono casi total.' La persona o personas comisionadas por el Ayuntamiento para este cometido describen de forma minuciosa la visita girada a la totalidad de la muralla para observar su estado y proceder a repararla por el concejo, siempre con escasos medios económicos y, por consiguiente con resultados casi nulos, pues las reparaciones paliaban en una pequeña parte las necesidades reales. La visita en torno a la cerca la llevó a cabo un profesional de la construcción de aquella época. Nosotros no nos ceñiremos exactamente al pie de la letra de lo narrado en dicho informe, para una mejor comprensión. Dice así: "En compañía de la comisión que por Vm. nos fue encomendada para visitar las puertas o muros de esta ciudad, salimos para ver lo necesario en lo que cabe. La puerta primera que visitamos, es la de Santa María; las puertas de madera necesitan un cerrojo, y cada una de ellas dos tablones, un tirante y la clavazón necesaria: y con esto -añade- quedarán las puertas muy buenas. Desde la puerta de Santa María fuimos hacia la puerta de Toledo (no cita la puerta de Carmen, con lo cual deducimos que aún no se ha llevado a cabo su apertura para dar paso al convento de los carmelitas), en el segundo lienzo hay dos sumideros en el campo que, con cuatro carretadas de canto y barro se remedian. Más adelante, en la torre que dicen "La Celadilla" hay un boquerón (abertura grande) por donde entran y salen al campo, con dos carretadas de canto - agrega- será arreglado. Llegamos a la Puerta de Toledo, en una puerta hay necesidad de medio tirante y un tablón, pues está desportillada y para entrar un hombre entre puerta y puerta es necesario reforzar la clavazón. Tiene cerrojo pero falta la llave. De allí fuimos a la Puerta de Calatrava. En el tercer muro hay un boquerón para poder entrar y salir de la ciudad; con cuatro cantos grandes que hay en la cantera de enfrente, el boquerón quedará tapado Seguimos adelante observando que el muro aparece muy maltratado. Está frente a Santa Catalina (pozo de agua, resto de una ermita que allí había, en el camino de las Yeseras, en el cruce con el de Moledores). Llegamos a la Puerta de Calatrava, la cual tiene necesidad de ser tapiada, porque no tiene puertas y se aconseja cerrar el arco de esta.` En el séptimo lienzo de la muralla, partiendo de la puerta, está todo derrumbado y no se puede levantar sobre sus restos, es necesario -añade- hacerlo de nuevo; la cava que se encuentra allí, aparece anegada de agua, y la porción del siguiente lienzo está derrumbado hacia en interior de la ciudad. En la callejuela que llaman de los Doradores, hay otro boquerón,` y en la puerta de la Mata una de las hojas de madera necesita reparación. Siguiendo el recorrido, al llegar a la Puerta de Granada, vemos como el guardamuro de entrada y defensa de la ciudad necesita ser reparado con piedra, también hay un sumidero antiguo lleno de agua, que es necesario tapar. Como esta puerta carece de hojas de madera sería necesario tapiarla y reparar un lienzo junto a la torre albarrana de esta puerta y condenar la de Miguelturra, que viene a dar junto a la calle de Ziruela. Junto a
Principales edificios de Ciudad Real desde el siglo XIII
la otra torre albarrana que dicen de la "Cabezuela", hay cuatro portillos y todo el lienzo de la Puerta de Alarcos -agrega- está en muy mal estado. "Luego describe esta última puerta catalogándola de 'en lamentable estado', con sus dos hojas de madera caídas y muy deterioradas. Junto a la puerta, pero dentro de la ciudad hay un sumidero bien conservado y limpio (se trata del desagüe de la población que, procedente del Pilar se dirige por la cava a la Puerta de Alarcos con dirección a las minas). Siguiendo el camino de la cerca, se observan dos lienzos en mal estado antes de llegar a la Puerta de Santa María, arrimado a una de sus torres hay un gran sumidero de urgente reparación". Después del recorrido descrito, el interesado concluye diciendo: "...una vez recorrida toda la cerca o muralla a la redonda, se han de reparar el arreglo de estos muros y puertas, de lo contrario se caerán todas por su pie [...] y con esto creo haber cumplido con la comisión que me fue encomendada". El ms. está firmado al pie por A. de Ureña Carrillo y por Miguel Quiroga Loaissa.
Lienzo de muralla donde ajusticiaba la Santa Hermandad (junto al camino del cementerio (comienzos del S. XIX)
Contiene este interesante documento puntos que merecen ser tenidos en cuenta. Primero: los sumideros o desagües de la ciudad aparecen anegados y obturados, prueba evidente del deterioro de las conducciones a las minas. Este es un tema antiguo en Ciudad Real. Ya en 1523, se recibe una Provisión del Consejo Real para que se haga información "de las obras necesarias en la mina de Ciudad Real" por los problemas que causan las inundaciones, como la sufrida en el año 1508, que gran parte de ella fue anegada por el agua "que vino por debaxo de ella desde el rio Guadiana, en la que se hundieron más de trescientas casas". Segundo: cuando se cita la Puerta de Miguelturra..."que viene a dar junto a la calle de Ciruela..:' vemos que no se hace alusión a la puerta (Ciruela), pues evidentemente no existe como tal, porque se trata simplemente de un portillo. Y tercero: más de la mitad de la muralla y accesos se hallan en un penoso estado de ruina. A pesar de ello, encontramos numerosos cargos de reparaciones; por ejemplo, el de 1706, por un total de más de 30.000 reales. Nuestro recinto amurallado, a merced de las autoridades estatales y municipales, aparecen en momentos de
Vista panorámica de la muralla de ciudad real a mediados del siglo XIX. comprende el tramo entre los paseos Cisneros hasta la puerta de granada.
esplendor junto con otros de abandono. Por citar alguno señalaremos el del último tercio del siglo XIX. En aquella época la hacienda pública pone a la venta las murallas de Ciudad Real (varios sectores de ella). Se protesta enérgicamente por esta medida calificada de injusta y arbitraria. El Ayuntamiento y la Diputación protestan también ante las Reales Academias de la Historia y de San Fernando, en previsión de que fueran a enajenar también la Puerta de Toledo, la única puerta monumental que aún permanecía en pie. Protesta casi inútil, pues ya se habían perdido los lienzos y torreones desde la Puerta de la Mata a la de Calatrava, incluidas las respectivas puertas, engullidas en las lagunas de "Los Terreros", o vendidas sus piedras para la construcción de edificios.
Vista de las murallas y de la torre "Del Cubo". Al fondo la Catedral con su antiguo chapitel.