Ciudad Real. Siete Siglos a Través de sus Calles y Plazas (2)

Ciudad Real. Siete Siglos a Través de sus Calles y Plazas, 1245-1945

de JOSÉ GOLDEROS VICARIO

CAPÍTULO III

MUERE EL PRIMOGÉNITO DEL FUNDADOR EN VILLA REAL

La familia de Alfonso X fue copiosísima; doña Violante dio al rey once hijos, de los que al menos diez llegaron a edad adulta, independientemente de la descendencia bastarda también numerosa. Destacaremos de entre todos la figura del infante don Fernando, llamado pintorescamente "de la Cerda", por un largo pelo en el tórax con el que vino al mundo según unos, o a causa de una larga cerda que tenía en la espalda según otros. Lo cierto es que el citado pelo o cerda no consta documentalmente.

Fue don Fernando el tercer hijo y primer varón heredero de la corona. Nace en Valladolid el 23 de octubre de 1255, falleciendo en Villa Real (Ciudad Real) el 25 de julio de 1275, fecha esta última probablemente equivocada, pues numerosos autores la sitúan en agosto. Había contraído matrimonio en 1269, con Blanca, hija de Luís IX-(San Luís) de Francia -y de Margarita de Provenza, siendo sus hijos los famosos infantes de la Cerda.

Creyendo pacificado su territorio al ceder a la nobleza algunas de sus pretensiones, marchó Alfonso el Sabio a Beaucaire para entrevistarse con el papa Gregorio X, al fin de lograr de este el apoyo de sus pretensiones al trono de Alemania. Las negociaciones se prolongaron durante junio y julio de 1275, y desde luego fueron adversas para los intereses de Alfonso X.

El infante de la Cerda gobernaba con cordura. Era en el mes de mayo y los benimerines habían cruzado el Estrecho desembarcando en Tarifa. El adelantado de la frontera, don Nuño de Lara, avisó a don Fernando y después fue al encuentro del invasor, siendo vencidos los castellanos y muerto don Nuño, pereciendo en el encuentro cerca de cuatrocientos escuderos. El infante de la Cerda que estaba en Burgos, al conocer esta desgracia convocó la hueste y salió para la frontera, deteniéndose algunos días en Villa Real para dar tiempo a que sus ejércitos se reuniesen; pero aquí enfermó y murió en agosto de 1275.

Existen muy dispares versiones de este triste suceso ocurrido dentro del recinto amurallado de la futura Ciudad Real. Cuenta el cura de la iglesia de San Pedro en su obra "Singular idea.. " que: "...hallándose este príncipe en su real villa, recorriendo sus nuevos muros, deleitándose en ellos... y en espera de las milicias contra el moro ... cuando postrado de una dañosa fiebre rindió su espíritu, pasando a mejor vida en el mes de agosto de mil doscientos setenta y cinco, diez años de fundado el convento donde fue sepultado (Convento de San Francisco, cercano al Alcázar real), hasta que después se trasladaron sus cenizas al Real Monasterio de las Huelgas de Burgos..:". Esto es cuanto dice sobre este dato el párroco de san Pedro, que llegó a tener fama de sabio por los s. XVII-XVIII.

Otra versión la aporta Feró, oficial retirado del ejército,' que dice sobre la muerte del infante: "...costando la resistencia hecha por los cristianos, que costaron las vidas de don Nuño de Lara y de don Sancho, arzobispo de Toledo, hijo del rey de Aragón". Apenas don Fernando tuvo noticias de la derrota y muerte de dicho prelado, "salió de la Corte con las fuerzas que pudo reunir, dirigiéndose a la Andalucía, mas al llegar a Villa Real, apesadumbrado por la triste noticia cayó enfermo y falleció a los pocos días, celebrándose las exequias en el templo del convento de San Francisco, que su padre acababa de fundar.. “

EL ALCÁZAR REAL

El rey Sabio mandó construir el Alcázar al poco de fundar esta ciudad. Las obras se prolongaron durante algún tiempo; pero pronto debió de estar en condiciones de ser habitado como residencia real. Un resto de este alcázar es el llamado "Torreón". Son escasos los datos que se tienen del edificio. En efecto, esta carencia documental sobre su construcción impide una valoración sobre el papel que pudo haber jugado dentro del núcleo de la ciudad. Algún autor señala lo extraño de su ubicación al estar lejos del centro de la villa; pero la explicación es evidente: era la cota más elevada del entorno y la menos edificada dentro de las murallas de la villa. En el momento de su construcción el Alcázar aparece despejado de edificaciones aledañas, el lugar es estratégicamente perfecto para otear los posibles ataques a la amurallada villa, que ya sólo podían temerse fueran llevadas a cabo por los calatravos. En la actualidad permanece en pie el llamado "Torreón", un arco apuntado, que sin duda pertenecía a una de sus puertas. Esta zona fue la elegida por Alfonso el Sabio para fijar su residencia y el centro de su poder político, la más aristocrática del Villa Real. Sin embargo, hasta pasado más de la mitad del presente siglo, el sitio era social, urbana y económicamente lo más degradado de la ciudad.

Restos arqueológicos en la calle Granada, junto al Alcázar

Restos arqueológicos en la calle Granada, junto al Alcázar

El Alcázar formó parte de la dote que en 1455 entregó Enrique IV a su mujer doña Juana, dejando esta señora como recuerdo de su señorío la torre que mandó edificar en el sitio que ocupaban unas casas que había junto a él. A este respecto discrepaba Delgado Merchán, que apuntaba: "...que, por el simple examen de lo que queda, no se puede ocultar que el llamado "torreón" ni lo es, ni a sido nunca, ni es otra cosa que un trozo de muralla en donde hay una puerta que ni aún puede decirse que fuera la principal del palacio. Además de esto, si doña Juana de Portugal, hubiese construido esta torre, habría puesto en ella sus armas y no las de Castilla y León, que aún puede descubrir cualquier persona que lo busque".

Los Reyes Católicos residieron en algunas ocasiones en el Alcázar e hicieron donación del mismo en 1475, a don Fernando de Cervera, natural de Ciudad Real y aposentador de sus altezas. Sabemos que este palacio poseía unos subterráneos, que por los años de 1950 fueron lodados. Eran estas unas cuevas amplísimas, muy interesantes geológica e históricamente, de lisas paredes veteadas por estratos cuaternarios horizontales, de diversos colores, y con inclusiones de cenizas y bombas volcánicas, con techos planos por haberse construido aprovechando esa horizontalidad perfecta de los estratos. El actual arco o torreón ha llegado a nuestros días gracias al marqués de Villamediana, que hace más de un siglo, debido a su estado ruinoso, y a sus expensas, fortificó la puerta que amenazaba derrumbarse.

Desde este alcázar dirigió Alfonso X sus embajadores al monarca francés San Luis, pidiéndole en matrimonio a su hija para el infante don Fernando, su primogénito, el cual -como sabemos- fallecía en 1275 casi repentinamente en dicho palacio, cuando se disponía a guerrear contra los moros de Andalucía. En este mismo lugar se hizo proclamar heredero de la corona su hermano Sancho IV "el Bravo". El Alcázar estaba tan cercano a la muralla de la ciudad que pasaba esta a formar parte del recinto real. Un maestre de Calatrava (como luego veremos), hospedado en él, franqueó traicioneramente por la noche la entrada a sus fuerzas por un postigo "...que penetrando la muralla salía al campo, cuando tomó la ciudad mediado el siglo XVI". Por esta misma puerta salió Juan II de Castilla, cuando le sorprendió en esta morada un terremoto mientras dormía la siesta "...saliendo al campo por una puertecilla o poterna que había en la muralla..”, suceso acaecido en 1431.

Una aproximación al pequeño Alcázar Real

Una aproximación al pequeño Alcázar Real

Aquí recibió Alfonso XI los embajadores que el rey de Marruecos le envió en 1344, en reconocimiento de haberle devuelto las dos hijas que había cogido en la batalla de Tarifa. El mismo monarca, con ocasión de firmar una tregua con los moros, se dirige a Villa Real donde llegó el jueves santo, estando este día y el viernes. También reunió Cortes en el Alcázar de Villa Real, el año 1346.

Por el año 1388, nacía en la villa el físico y literato Fernán Gómez, que luego sería conocido por el bachiller Fernán Gómez de Cibdarreal. Por su mente privilegiada, entró a formar parte del séquito de Juan II, siendo éste niño. Algunos prelados y grandes de España le recompensaban por su asesoramiento en diversas materias. El monarca antes aludido le hizo merced, en 1445, de 30.000 maravedís sobre la lana de Segovia: tuvo amistad con muchos personajes de los que entonces sobresalían en política y literatura. Parece que fue autor del famoso "Centón Epistolario", publicado en Burgos en 1449, a él atribuido, pero no probado. Se cree que murió en Ciudad Real." Hay en la capital una calle dedicada a este personaje.

CASA DE LA MONEDA

Gozó Ciudad Real, en premio a su fidelidad a la corona, de Casa de Moneda. El edificio-cerca del Alcázar se encontraba sin ruina por el año 1690, según afirmaba Díaz Jurado, grabadas en la piedra de la puerta las armas reales. En esta misma casa predicó san Vicente Ferrer. Se hallaba "...saliendo de la ciudad por la calle de la Mata, frente al convento de Santo Domingo..." Había sido propiedad de` los Cabeza de Vaca, pasando después al mayorazgo de los Torres y luego a D. Luís Parral, al que la compró el obispado en 1912 para utilizarla en fines educativos. En esta vetusta casa de inmenso solar estuvo hace más de un siglo un cuartel de la Guardia Civil y luego el primer cine que hubo en Ciudad Real. Después alojó la escuela de Ntra. Sra. del Prado (Marianistas), el Instituto Popular de la Concepción y más tarde se instaló el Seminario Menor.

"En la dicha y antigua morada y en su fachada principal, existía muchos años antes de estas transformaciones, un enorme balcón de hierro, desde donde predicó el santo levantino. También, la puerta lucía un labrado aldabón, que figuraba una torre, pues allí vivía la noble familia de los Torres, con extensa fachada a la calle del Alcázar, antes llamada de Caldereros, y un enorme portón adornado con artísticos clavos y en el dintel un precioso escudo. En la esquina de este memorable edificio existía, aún a finales del siglo XIX, un hueco u hornacina con arco en la parte superior, donde estuvo la efigie o estatua de san Vicente, en conmemoración de su estancia en Ciudad Real".

CONVENTO DE SAN FRANCISCO

Los delitos de "palabra" contra la religión fueron también preocupación especial de la Inquisición. Debido a esta circunstancia, el convento de san Francisco de Ciudad Real fue utilizado como cárcel-residencia de clérigos sospechosos y "necesitados" de meditación. Precisamente en este convento celebraban, desde su fundación, las juntas la Vieja y Santa Hermandad y aquí permanecía su archivo, existiendo una estrecha relación de este edificio con el cercano Alcázar real. De la Vieja Hermandad se decía desde antiguo "que hayan sus cabildos en el patio de san Francisco y en después en palacio..".

"Tuvo el convento una cofradía de caballeros hijosdalgos con el título de san Francisco en los años 1392. Había sido instituida mucho tiempo antes "con el anhelo conque los ilustres linajes, primeros pobladores, solicitaban cristianamente el logro de distinguidos sepulcros en su iglesia. Era depósito y casa de armas de los reyes, y querían añadir a este nombre con el honor de estar allí enterrados mayor propiedad". Copiosas y apreciables alhajas guardaba este convento, entre las que sobresalía una preciosísima arca [...] y una perfectísima carroza sagrario y custodia de nuestro Redentor en el monumento del Jueves Santo. Un cáliz de oro que, por su excesivo peso y elevado tamaño, es de los más exquisito, y tiene forma de barco...". (Díaz Jurado). En la plazuela de san Francisco, en su centro, existió desde remotos tiempos la pequeña capilla o ermita de la Virgen de la Soledad, junto al convento, convertido en hospicio en 1860. En esta época quedaba un resto de la portada, que debió ser de ingreso a la primitiva iglesia del monasterio; el resto desapareció antes de convertirse en cuartel. Su creación como Hospicio Provincial, fue aprobada el 3 de octubre de 1859, y el I º de enero del siguiente año se inauguró bajo la advocación de san José. En 1869, el número de acogidos ascendía a 250,` entre expósitos y huérfanos. En el año económico de 1868 a 1869 el Hospicio costó a la Diputación 39.996'673 escudos.

Junto a este convento se instalaron al iniciarse el siglo XX las "Siervas de Maná". Fue don Casimiro Piñera Naredo, cuarto obispo prior de las Ordenes Militares, quien alentó la venida a esta diócesis de las religiosas, que con tanto interés el P. Pedro Menchén, coadjutor de la parroquia de san Pedro, mostraba. Junto a la Plaza de san Francisco, en una casa alquilada, fueron instaladas las cuatro primeras hermanas. Era el día 5 de septiembre de 1902. La presencia de estas hermanas en Ciudad Real era debido a los lamentables casos de abandono y falta de asistencia a los enfermos, sobre todo a los desplazados y forasteros, que alejados de sus familias carecían del cariño tan necesarios en los días de sufrimiento. Desde entonces permanecen en nuestra ciudad, en el mismo lugar que fundaron su primera casa.

CAPÍTULO IV

PUERTA DE GRANADA

La Puerta de Granada -junto al convento de san Francisco-, levantada en tiempos de Carlos I, no fue la primera; antes hubo otra con dos torreones de los tiempos de la fundación. Escenario de tristes acontecimientos en el turbulento verano de 1449, durante el cual se causaron muertes, saqueos, incendios y otros estragos, por desavenencias entre realengos y calatravos. De resultas de ello aquí murió de un saetazo en la boca el comendador de Almagro fray Gonzalo Manuento, que llegó a las puertas de Ciudad Real con gente suya "a ver si era verdad que lo prendían ciertos regidores que lo querían mal y así lo habían dicho". Situada esta puerta al sureste, era la salida natural del camino que conducía a la ciudad de Granada. En documentos de finales del s. XV se la nombra también Puerta de Miguelturra. No se poseen documentos ni datos para conocer una descripción de esta puerta, tan sólo que estaba flanqueada por dos torreones aún en la primera mitad del siglo XIX.

Una aproximación a la puerta de Granada

"center">Una aproximación a la puerta de Granada

Los vecinos de Miguelturra, al atravesarla en la mañana del 12 de abril de 1809, se encontraron con un macabro espectáculo que les hizo retroceder: los franceses ocupantes de la ciudad habían ejecutado, y dejado allí, los cadáveres de Carrero y de Calahorra; el primero acusado de la muerte del canónigo Duro, el cual fue arrastrado por las calles por sospecharse de sus simpatías por los galos; y el otro de la muerte por arma blanca de un ciudadano francés que residía en la ciudad pacíficamente. Nuevamente la Puerta de Granada es testigo de la violencia durante la primera guerra carlista. A primeros de septiembre de 1837, llegó a Ciudad Real, el general en jefe del Ejército de la Reserva, don Ramón María Narváez, organizándose con tal motivo grandes festejos y regocijos populares. También presenció junto a esta puerta la ejecución de varios reos. Luego, durante muchos años este acceso a la ciudad se conocería bajo el nombre de "Puerta de los Mártires", pues fueron sacrificadas otras muchas personas bajo la inhumana ley de represalias. Merece destacarse el caso de dos facciosos jóvenes hermanos escondidos por sus padres, que fueron pasados por las armas y estos obligados a presenciarla ejecución de sus hijos. El 11 de octubre de 1839, en ese mismo lugar fue decapitada la madre del célebre "Palillos", a la edad de 81 años (aunque no existe documentación que lo acredite, sólo la tradición popular). Este guerrillero, azote de los franceses durante la guerra de la Independencia, se destacó después como "faccioso" en las carlistas.

BARRIO DE SAN PEDRO

Debemos recordar, como antes señalamos, que el barrio de San Pedro era en pasados siglos lo más aristocrático de la villa, y la Plaza de San Francisco el centro de esa zona privilegiada. Luego la zona fue degradándose hasta llegar a convertirse en uno de los sectores urbanos más decadentes.

HOSPITAL DE SAN BLAS

Ciudad Real aparece desde sus inicios muy generosa en fundaciones caritativas, lo cual es el mejor exponente del elevado espíritu de sus fundadores, dirigido a los necesitados de la población o fuera de ella. Así, el año 1473, se funda el hospital de san Blas, que estuvo en los números 3 y 5 de la calle de Ballesteros (General Rey). Había allí dos camas para acoger a los pobres viandantes, donde se les albergaba durante tres días. Aparece por fundador un tal Juan Flores. Un siglo más tarde se instituyó en él una cofradía en honra del santo patrono "para la buena administración de este hospital". Pero sabemos que a finales del s. XVIII se hallaba completamente arruinado, sin otra edificación que un cobertizo habitado por una pobre mujer que cuidaba la lamparilla del santo que hubo siempre sobre la puerta.

HOSPITAL DE LA SANTA HERMANDAD

Desde 1483, existía otra fundación que se llamó hospital de la Santa Hermandad, establecido probablemente en la calle de la Libertad, donde se atendía al sustento de los futuros ajusticiados mientras estuviesen en capilla, para cuyo efecto se recogían limosnas. Podían hospedarse también en este hospital cuantos venían empleados en la custodia y defensa del reo, así como los familiares de estos.

COLEGIO DE "PORCIONISTAS" O "ENGORDADORES"

Por el año de 1557, el capitán don Cristóbal de Mena y doña Ana Mexía fundaron en las casas de su propiedad, sitas en la calle Real de Barrionuevo (Libertad), un asilo titulado "Colegio de ancianos nobles de la Purísima Concepción", donde eran recogidos los mayores de cincuenta años, para dar seguro refugio a los maltratados por la fortuna, o que deseasen la paz en espera del tránsito mortal. Como los asilados recibían su porción diaria de pan, carne y vino, el pueblo les conocía por el sobrenombre de "porcionistas".o "engordadores". Más de dos siglos después aún existía esta fundación, siendo sus patronos en 1773, el párroco de San Pedro Apóstol, el prior del convento de Santo Domingo y el padre guardián del convento de San Francisco.

HOSPITAL DE LA CONCEPCIÓN

Durante el siglo XVI, es fundado por Hernando de Poblete, un establecimiento llamado hospital de la Concepción para socorrer a mujeres huérfanas o viudas, las que recibían limosna para atender a sus necesidades, y por Navidad les entregaban también recursos en ropas y dinero. Se sospecha fuera este hospital obra también de los conocidos bienhechores de esta ciudad don Cristóbal de Mena, el dicho don Hernando y don Álvaro Vergara. En documentos antiguos se dice que "su lugar de enclavamiento era en las proximidades del convento de San Juan de Dios, en la calle Dorada", pero desafortunadamente no existen pruebas que así lo confirme.

HOSPITAL Y ERMITA DE LOS REMEDIOS

Otro importante hospital lo ocupaba un antiguo caserón de la calle Pedrera Baja, por el año 1633, del que Almenara -haciéndose eco de Díaz Jurado- dice: "... y se fundó este hospital de la Pedrera al principio de nuestra población, desapareciendo hacia el año 1634, del que sólo ha quedado el terreno con una iglesita. La imagen de la Virgen fue trasladada sin gran dificultad a pesar de ser pintada en la pared..."

Existía una leyenda entorno a esta imagen pintada. En ella se decía que la capilla era una cárcel y un condenado a muerte la pintó con tal perfección que se le perdonó tal pena. La ermita actual -totalmente reformada hoy- es del siglo XVIII, sita en el antiguo callejón de los Remedios; en ella existía cofradía y se le profesaba mucha devoción: "...las madres de Ciudad Real, al dar a luz le llevan aceite y se toca una campana...""

Plaza de Toros reconstruida. La primitiva fue levantada en 1842-44

Plaza de Toros reconstruida. La primitiva fue levantada en 1842-44

(los sillares pertenecen al convento de Santo Domingo

En esta calle de la Pedrera, seguramente cerca de la llamada cantera de Patazas", se levantó pasados algunos siglos la plaza de toros de la ciudad, la cual fue inaugurada el año 1842 -según afirmaba don José Víctor, que ocupó el cargo de presidente de la sociedad-, precisando otros autores que sucedió en 1844. "Conozco -decía don José- que se construyó por acciones de a cien pesetas cada una y que los terrenos fueron donados por don Gaspar Muñoz sobre unas huertas de su propiedad". Pasados algunos años, en 1873, se llevaron a cabo algunas reformas. El ilustre médico don Federico Fernández, siendo presidente de la sociedad, efectuó importantes reformas en 1916-1917, sustituyendo los graderíos de tierra por bloques de piedra. El coso ciudarrealeño se utilizó como campo de concentración de prisioneros en el año 1939, lo cual provocó que todas sus dependencias, palcos incluidos, amenazaran acusada ruina. En 1953 fue adquirida la plaza por la Diputación Provincial, que es su actual propietaria.

Precisamente en la calle de Pedrera Baja se produjo un milagro-según famosa tradición o leyenda- atribuido a san Vicente Ferrer, durante su estancia en Villa Real (1411). Estando celebrando una de sus innumerables pláticas, se quedó suspenso unos instantes y dijo: "Es necesario que en este momento socorráis una grande necesidad. Y sacando un lienzo (pañuelo) de la manga dice: Seguid este paño y donde pare entrad a socorred lo que halléis." Voló el pañuelo -dice la tradición-por la calle de Caballeros, llegando hasta la de Pedrera para detenerse en la puerta de una casa de esta calle. Allí se encontraba un desgraciado con cordeles en la mano para ahorcar a su mujer. ¿Leyenda? ¿Realidad? No lo sabemos; pero es curioso y encantador tal como llegó este relato a nosotros.

HOSPITAL Y CAPILLA DEL SANTO CRISTO DEL REFUGIO

Otro célebre hospital, del que conocemos abundantes documentos, fue el del Santo Cristo del Refugio, fundado en el año 1610 por una congregación de eclesiásticos para acoger a los enfermos pobres de Ciudad Real, que era sostenido por limosnas, hasta que don Francisco Treviño y su mujer dejaron a la obra rentas con las que se hizo posible su sostenimiento, sin tener que recurrir a la piedad callejera. En el centro eran acogidos los menesterosos y enfermos, teniendo montado un servicio de recogida de desvalidos, que, careciendo de habitación, pernoctaban bajo los soportales de la Plaza Mayor. Exclusivamente dedicado a mujeres, mantenía una capillita anexa al hospital en la calle del Refugio, de la que tomó el nombre, semiesquina a la del Progreso (antiguamente llamada del Caballo).

HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS

Pero el más señalado y famoso convento-hospital de la ciudad fue el de San Juan de Dios, levantado en la calle Dorada. Sus fundadores, López Tufiño y Antonio de Torres eran hijos de Ciudad Real, quienes habían convenido la creación de este hospital para atender a la curación de enfermos indigentes. Muerto Tufiño, fue Torres su heredero, y al regresar a España trataron con el general de la orden de San Juan de Dios, eligiendo un solar junto a la "huerta del Pangino", al lado o en la casa que había sido Chancillería, lugar poco higiénico por ser zona de retención de aguas "más propio para enfermar que para sanar". A pesar de ello el hospital fue levantado por autorización del general de la orden Fray Faustino Sánchez Alberola, en 1643, gracias a los 50.000 pesos del caudal de los señores Torres y Tufiño. Pronto se puso de manifiesto lo insano del lugar, siendo necesario trasladarse a una casa de la calle Dorada (hoy Ruiz Morote), no sin tener que vencer grandes dificultades de cesión. En el año 1660 dio comienzo la fábrica de la iglesia, invirtiéndose en la obra más de cuarenta años y tomando el templo la advocación del Espíritu Santo.

Entre otras disposiciones, don Antonio de Torres Treviño decía: "... y dejo dineros para que estudien algunos parientes, y si no lo hicieren, que sean vecinos de Ciudad Real..."[ ...] "y a un niño que tengo criado desde que nació, llamado Antonio Bazán, bermejo, (indio) que lo traje desde Potosí, que le den cada un año trescientos pesos de plata de los de a ocho reales, por todos los días de su vida, para sus estudios, vestirle y alimentarle..."." En 1646 había fallecido Torres Treviño, siendo enterrado en la iglesia de San Pedro; pero al año siguiente sus restos son trasladados al cementerio del convento por él fundado.

Todavía el año 1842, podía verse una lápida sobre el pavimento de una de las salas de la Escuela Normal de maestras de la calle Dorada, que hacía mención al traslado. El convento de san Juan de Dios había sido convertido en Escuela de Magisterio.

Las circunstancias por las que atravesó el hospital fueron azarosas en extremo. En efecto, el decreto de expulsión de la órdenes religiosas obligó a sus moradores a abandonarlo en 1822, corriendo la asistencia de los enfermos a cargo del Ayuntamiento de la ciudad. La guerra de la Independencia primero, y las facciones de "Palillos" y "Sánchez", con las expediciones de los carlistas Cabrera y Gómez, en segundo lugar, hicieron necesaria la concentración de tropa que, por la índole especial de la guerra daba lugar a un alto contingente de enfermos y heridos, muy superior a los elementos disponibles del hospital, ya que otras fundaciones benéficas hospitalarias creadas en los siglos XVI y XVII habían desaparecido por completo de Ciudad Real.

CONVENTO DE SAN ANTÓN

En el siglo XIII es establecida en España la Orden Antonina, pero ignoramos la fecha de su presencia en Villa Real, constando sólo que frey Sancho Sánchez Dávila, comendador de Benavente, y frey Pedro González Inestrosa, hijo de Almacén, protegieron generosamente a esta casa que era la quinta establecida en Castilla, siendo de gran estima dentro de la Orden por su antigüedad y privilegios. Se atribuye a los señores Villalobos la fundación de la iglesia del convento donde poseían sus respectivos sepulcros. También hubo establecida dentro de sus muros una cofradía de hijosdalgo."

RESTOS DE BAÑOS ¿ÁRABES?

Junto al convento de san Antón se alzaban y conservaban unos hermosos restos de baños, al parecer árabes. De ellos habla Díaz Jurado por boca de Delgado Marchan: "Visité el edificio a finales del siglo XIX, el cual está destinado a molino de aceite, cuyo propietario es don José Medrano, cerca del Cuartel de la Misericordia, y pude convencerme de que allí estuvieron instalados los hermosos baños a que se refiere el Sr Jurado".

Se conservan hermosos restos de la construcción primitiva que es de la época árabe... "no ha desaparecido el antiguo trazado y aún se ven algunos arcos de entrada a los departamentos destinados a los usos del baño. El sitio, la estructura de las bóvedas, y los extensos jardines que rodean el edificio y el nombre antiguo de la calle "del Baño", o de "los Baños", revela el remotísimo origen, así como su destino de balneario para el pueblo..."

La calle del Baño es la actual nombrada de D. Quijote. Además de esta, se documenta otra casa de baños en la villa, en el interior de la llamada "alcaicería" junto a la Plaza Mayor.

IGLESIA Y CONVENTO DE MERCEDARIOS

La fundación del convento de mercedarios descalzos se debe a don Andrés Lozano, que, a su muerte ocurrida en Sevilla, dejó mil ducados para dicha manda. Curiosamente, en el caso de los mercedarios, las diferentes casas religiosas de la ciudad fueron opuestas a esta fundación. Pero al fin se dio principio al expediente de construcción en el año 1613, faltando la iglesia por construir; para levantarla se ofreció don Alvaro Muñoz de Figueroa, del hábito de Santiago, regidor perpetuo de esta ciudad y familiar del Santo Oficio, "sin que se incluya en esta oferta retablos u ornamentos algunos, sólo la fábrica...". Levantó también a su costa un pósito pío, junto a la iglesia, en el lugar que ocupa hoy la puerta falsa de la Diputación, para facilitar granos en los años de escasez de cosechas a los labradores modestos.` Un hecho accidental y fortuito, fue el hallazgo de unas antiguas pinturas murales en el año 1985, al desmontar un retablo y efectuar la limpieza del entorno de polvo y telarañas. Fue entonces cuando se desprendieron lascas de pintura que dejaron al descubierto pequeñas zonas de la obra pictórica original. Las magníficas pinturas murales de dicha iglesia datan, según los expertos, al menos del siglo XVIII, siendo su autor desconocido, y la técnica empleada el fresco. Ocupan la totalidad de la nave lateral izquierda del crucero, representando principalmente motivos vegetales, angelotes, así como signos alusivos a la Orden Mercedaria. Las pinturas en sí responderían a un conjunto ornamental que enmarcaría una hornacina e incluso, y anterior a la misma, a una puerta que comunicaría la iglesia con el convento. Todo el conjunto de la obra es de gran mérito. Recordaremos que la iglesia de la Merced sufrió numerosas reformas, desde los tiempos que era la capilla del convento, hasta que fue abierta al culto público.

Convento Mercedario, luego instituto de Segunda Enseñanza

Convento Mercedario, luego instituto de Segunda Enseñanza

DOS CONVENTOS DE CARMELITAS

Por aquel tiempo -año 1600- vivía en Ciudad Real don Antonio Galiana y Bermúdez, caballero del hábito de Montesa, con superiores bienes de fortuna. Fue este señor el fundador de los dos conventos carmelitanos de Ciudad Real. Respecto al convento de religiosos, don Antonio fundó un mayorazgo para su sobrina, con la condición de que si no tenía sucesión fundase un convento de descalzos del Carmen. La iglesia se levantó en 1619, prosiguiéndose después la edificación del convento extramuros de la ciudad. Los carmelitas permanecieron allí hasta el año 1821 en que fue abandonado, siendo posteriormente utilizado para hospital municipal, declarándose provincial en 1857. Construido el nuevo hospital por la Diputación, se estableció en él un manicomio provincial y después el de infecciosos. Pero unos años antes de la fundación del convento de los carmelitas, el señor Galiana Bermúdez había adquirido la casa-hospitalillo de San Andrés, levantando en su lugar el convento e iglesia del Carmen actuales. Esta edificación estaba en un principio destinada para las monjas de Montesa, dejándolas para su subsistencia herederas de algunos caudales asignados por el fundador. Pero alegando aquellas que no podían sostenerse con el esplendor que exigía su Orden Militar, desistieron de ello. Esta circunstancia motivó que las monjas del Carmelo fueran llamadas a ocupar el convento. De este modo, las hijas de Santa Teresa ocuparon el edificio el I I de febrero de 1596.

Campanil del Convento de las Carmelitas

Campanil del Convento de las Carmelitas

UN CURIOSO CASO EN LAS CARMELITAS

El día 7 de septiembre de 1803, ocurrió un extrañísimo caso -no sabemos si leyenda o realidad-. La madre Paula, religiosa carmelita de Ciudad Real, huyó del convento deslizándose desde el campanario hasta la puerta de la iglesia de la calle del Carmen. El autor de la presente obra se interesó sobre el tema, preguntando sobre este caso en el convento de las Carmelitas, la madre de la comunidad dijo desconocer tener constancia del caso, ya que el "libro mudo" desapreció hace muchos años, que es donde aparecería sentado.

CAPÍTULO V

PUERTA DEL CARMEN

La cerca o muralla cerraba esta zona de la ciudad desde la Puerta de Santa María hasta la de Toledo; pero con objeto de dar acceso al convento carmelita (extramuros), se abrió en el siglo XVII la Puerta del Carmen, siendo por tanto la séptima puerta en orden de antigüedad del recinto primitivo de Villa Real. Era un sencillo pero esbelto arco rebajado, el cual estaba apoyado en dos pilares o puntos fijos, teniendo también vistosos adornos geométricos. Es evidente que la puerta del Carmen se debe, en parte, a la presencia de estos dos conventos carmelitas. Existe testimonio gráfico de esta puerta.

Puerta del Carmen (casi en ruinas)

Puerta del Carmen (casi en ruinas)

En otro orden de cosas, la antigua plaza "de las Carmelitas" vio instalar (finales del s.XIX) en su centro una de las tres primeras fuentes públicas con que contó la ciudad "...donde las gentes se apiñaban para un cántaro, y se producían riñas a brazo partido...". Las fuentes eran abastecidas por medio de una tubería procedente de unos depósitos elevados en las cercanías de la carretera de Piedrabuena, a unos tres kilómetros de la capital.

Una de las tres fuentes públicas de Ciudad Real de finales del S. XIX. Plaza del Carmen

Una de las tres fuentes públicas de Ciudad Real de finales del S. XIX. Plaza del Carmen

CONVENTO DE DOMINICAS

Vista parcial del extinto convento de Dominicas (cl. Altagracia). Visto desde la Torre de Santiago, en 1936

Vista parcial del extinto convento de Dominicas (cl. Altagracia). Visto desde la Torre de Santiago, en 1936

El abogado de los Reales Concejos, don Alfonso Pérez de Ledesma, y doña Mencía Alonso de Villaquirán, vecinos de Ciudad Real, dispusieron en su testamento, que la casa de su morada se dedicara a levantar un convento de dominicas bajo la advocación de Nuestra Señora de Gracia, efectuándose la fundación en 1435. Hallábase formado el recinto conventual por el agrupamiento de las casas que componía la manzana de calles llamadas de Jacinto, Altagracia, Estrella y Luz. En el último tercio del siglo XIX, residían en la inmensa mole del convento dominico trece monjas del hábito de Santo Domingo. Sobre este edificio, el señor Bernabeu añadía: "Cuando estaba establecida en este convento la oficina de evacuados (año 1936), se podía observar una monumental portada arabesca, con un precioso arco mudéjar con su arrabá de magnífica filigrana". La actual Plaza de Agustín Salido, antigua de "Las Dominicas", frente al convento, la tiene dedicada este gran benefactor de la capital, como hijo adoptivo de Ciudad Real.

Plazuela de Santiago, en 1936

Plazuela de Santiago, en 1936

CONVENTO DE MM. FRANCISCANAS

Otro convento ciudarrealeño del siglo XVI es el de las franciscanas, llamadas cariñosamente desde tiempos pasados "monjas terreras". Tiene su origen este convento en unas beatas de la Orden Tercera de San Francisco, a quienes por ser reducido el local dio su hacienda don Luís de Mármol, escribano de la Chancillería de Granada. El fundador del beaterio de la Purísima Concepción fue don Juan Beltrán de Guevara, que era obispo de Vich cuando hizo esta fundación en el s. XVI. Vivía en la calle del "Hospital de la Mejora" (calle Ramón y Cajal). Agradecidas a su protector y conocedoras de la devoción del mismo hacia la Virgen de la Concepción, determinaron cambiar de hábito, tomando el de la Purísima Concepción, el 24 de junio de 1527, siendo este convento el quinto de la Orden concepcionista de Castilla. El número de religiosas señalado por el fundador fue de cuarenta; pero en la actualidad (1869) no hay más de once."

REAL CHANCILLERÍA O TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA

Durante el largo reinado de los Reyes Católicos se van a suceder importantes acontecimientos en Ciudad Real. La preeminencia de la autoridad de la corona sobre todo otro poder trajo el abatimiento de las órdenes Militares, aristocracia armada, que con sus privilegios había sido en numerosas ocasiones enemigo peligroso y temido del trono. Debilitado el poderío de la insigne milicia de la Orden de Calatrava, cuyos episodios sangrientos bien conocía Ciudad Real desde que fuera fundada, terminaron a causa de la incorporación de los maestrazgos a la corona. Por decisión de los RR. CC. Ciudad Real fue la segunda población del reino que albergara "Chancillería" o Tribunal Superior de Justicia. ¿A qué debió tan honrosa merced? Creemos que influiría, y no poco, la asistencia a las batallas de "la Higueruela", en las que estuvo al frente de las tropas enviadas por Ciudad Real otro ciudarrealeño: García de Soto, siendo una batalla sin plan ni ordenación, en la cual todo fue confiado al valor y al esfuerzo de las huestes de los señores, de los concejos y de las Ordenes Militares, combatiendo cada uno por su cuenta en torno a los pendones señoriales o concejiles. Por esto las crónicas hablan de las "batallas".

Estuvo instalada la Chancillería en el palacio de los marqueses de Casa Treviño, uno de los edificios más sólidos y de mayor superficie con que contaba la ciudad,` sita en la calle de los Reyes. Un viejo documento nos decía: "...en la que fue Chancillería, frente a la huerta "del Pangino" estuvieron instalados provisionalmente los hermanos hospitalarios de San Juan de Dios, fundación debida a la caridad de Antonio Torres".

Existía ya entonces una Real Chancillería o Audiencia establecida en Valladolid, pero a todas luces era insuficiente para la administración de justicia en los amplios horizontes de los dominios de Castilla. La instalación de este alto tribunal en Ciudad Real fue otorgada a título de "perpetuidad", y al llevarse a efecto el traslado a Granada y salir de la ciudad el "Real sello", fue pregonado "que iba por ahora y como depositada" a la dicha ciudad del Genil.

Personajes de la talla de don Yñigo Manrique, obispo de Córdoba; don Alonso Carrillo de Albornoz, obispo de Ávila y reformador de la Orden de San Benito en España, y don Juan Díaz de Medina, obispo de Cartagena y uno de los primeros inquisidores de Castilla, fueron algunos de los más importantes hombres que presidieron este organismo de justicia de la corona castellana.

LA SANTA HERMANDAD REAL Y VIEJA DE VILLA REAL

En la reunión entre Fernando III el Santo y don Gil Turro Ballestero, "ricohome" de Castilla, y a la sazón señor" de Pozuelo, el monarca es informado por don Gil, que, tanto él como sus dos hijos, Pascual Ballestero y Miguel Turro, con algunos caballeros, agricultores y colmeneros, se empleaban ya en extinguir a los golfines. En efecto, "Carchena", conocido por su crueldad, se dedicaba en unión de sus secuaces a sembrar el terror en una extensión considerable. Pero los cuadrilleros de la Hermandad, gente conocedora de las espesuras de los montes donde estos aventureros habían establecido su centro de operaciones, se internaban en ellos y prendían a cuantos cogían. Luego les echaban unos garfios de hierro a los hombros y atadas las manos atrás los colgaban de los árboles y los mataban a saetazos, dejando sus cadáveres al aire libre. En ocasiones los detenidos eran conducidos a la cárcel de Pozuelo de D. Gil. La cárcel de la Hermandad, sita desde muy antiguo en Ciudad Real -derribada a comienzos de los años treinta de este siglo-, se levantaba frente a la iglesia de San Pedro Apóstol, en el mismo sitio que hoy ocupa la Delegación de Hacienda. Existía una ventana por donde el reo podía orar viendo el interior del templo la noche anterior a su ejecución, abriéndose entoces la puerta de ese lado de San Pedro, llamada precisamente del "perdón". Hubo un tiempo en que el lugar de ejecuciones hallábase en un alto de "Peralvillo".

COFRADÍA DE LA CARIDAD

En tiempos de don Gil Turro, un tal Sancho de Valdivieso creó la "Cofradía de la Caridad", el cual, formando una cruz de espinosa arzolla se acercaba a los reos y con palabras de consuelo les exhortaba al arrepentimiento. Es rigurosamente cierto que existió dicha cofradía, siendo su distintivo la famosa cruz con el crucificado, llamado popularmente el "Cristo de los Tarugos", por la tosquedad de la forma de la cruz en que estaba enclavado. La cofradía tenía su sede en la parroquia de San Pedro, y aún a finales del siglo pasado sabemos que la parroquia conservaba la citada cruz.

CALLE DORADA (RUIZ MOROTE)

La calle donde se alzaba esta prisión era conocida por "Dorada", que es la que hoy conocemos por Ruiz Morote, ilustre pedagogo manchego, educador de muchas generaciones de ciudarrealeños y autor de numerosos libros. No se ha podido encontrar el origen de tal nombre a esta calle del primitivo Villa Real. ¿Sería acaso por la casa del marqués de Villater, después de los Ferrándiz, cuya bella portada, tiene un color rojizo y a distancia ofrece la perspectiva del color dorado?" La morada de los Villater estuvo frente a las Escuelas Normales de Maestros y Maestras, instaladas en el viejo edificio que había sido Hospital de San Juan de Dios, fundado por los beneméritos hijos de Ciudad Real, Treviño y Tufiño, que desde América enviaron sus caudales para su construcción. Tenía esta casa de caridad adosada una Iglesia de igual denominación que el hospital, ostentando sobre la puerta la efigie del Santo Patrón de gran tamaño y la simbólica cruz sanjuanista. La casa de "Los Menas" fundó en 1557 el Colegio de "Los doce pobres", también frente a San Juan de Dios. Al inicio de la dicha calle Dorada -esquina a Ballesteros- levantábase la llamada "casa de la Torrecilla", frente a San Pedro, formando el conjunto un rincón lleno de encanto. Esta casa no poseía un gran valor artístico, pero sí antigüedad y cierta gracia. Posiblemente la edificación databa del siglo XVI o XVII. Ante la inminente demolición anunciada por el año 1959, levantaron voces ciertas personalidades y artistas, pidiendo su conservación para dedicarla a fines culturales, como Archivo Municipal, sala de exposiciones, biblioteca, etc., pero desgraciadamente sucumbió bajo la piqueta, desapareciendo para siempre este edificio emblemático del barrio de San Pedro.

La Casa de la Torrecilla. Al fondo derecha, la Iglesia y Convento de San Juan de Dios

A la izquierda, "La Casa de la Torrecilla". Al fondo derecha, la Iglesia y Convento de San Juan de Dios

CALLE DE BALLESTEROS (GENERAL REY)

En la calle de Ballesteros (General Rey), es fundado en 1473 el Hospital de San Blas -como queda dicho anteriormente-, bajo la advocación de este santo varón, médico de las enfermedades de la garganta. Ocupó los números 3 y 5, y era una humilde casa de planta baja, con cinco habitaciones, sirviendo de albergue a los mendigos transeúntes, donde se les recogía y mantenía durante tres días, y si enfermaban eran tratados en la enfermería del hospital. Asegurábase también la asistencia espiritual a los acogidos." Ignoramos a ciencia cierta a qué se debe el nombre de esta vía de la antigua Villa Real, pero quizás sea llamada así porque en un solar de ella efectuaban sus ejercicios los ballesteros de la Santa Hermandad que fundara don Gil Turro y autorizara Fernando 111,` o estuviera allí su casa-cuartel.

CALLE DE LAS BESTIAS, O MEJORA, HOY RAMÓN Y CAJAL

La vieja calle de la Mejora -entre San Pedro y la Plaza del Pilar- se la denominaba antiguamente de las Bestias. El origen de este nombre parece que se debía a un hospital instalado en dicha calle, siendo conocido popularmente como "de la Mejora". Respecto a la otra denominación, de "las Bestias", creemos, sin lugar a dudas, no puede ser ajena a la antigua costumbre de dejar en esta calle los animales que viajeros y arrieros utilizaban o montaban en sus desplazamientos a Ciudad Real, o quizá a la circunstancia de celebrarse en el Pilar o su entorno un mercado de ganado. Hacia la mitad de esta céntrica calle había un descampado de regulares proporciones, allá por el siglo XIX y parte del XX, el cual llegaba hasta la calle del Jaspe, al que el pueblo había bautizado con el nombre de "Los cerros de Ubeda , lugar de reunión de indeseables, que llegada la noche nadie se atrevía a cruzar.

CAPÍTULO VI

PLAZA DEL PILAR

"...Y durante siglos ese fue el sino de la villa y ciudad después, que rodeó las casas al pozo de don Gil, y creció y se extendió dentro de su amurallamiento, abastecido por un pozo hondo, a la vera del camino que a la Andalucía y a la Extremadura llevaba desde Castilla..." A finales del s. XIX, durante una sequía, abrieron el pozo, le hicieron una entrada y sacaron abundante agua y también cántaros de origen árabe.

Fuente instalada en el Pilar 1386 (la sección inferior se levanta al final del parque Gasset)

Fuente instalada en el Pilar 1386 (la sección inferior se levanta al final del parque Gasset)

Grabado de "Crónica de España "de José de Hasta (Madrid, 1865)

Decían las gentes que ese pozo era el de Don Gil. Hace muchos años existía el "olmo viejo" y junto a él había una hondonada y un puente con su cauce seco, excepto los días de lluvia torrencial, extendido desde las esquinas del palacete que construyó don Dámaso Barrenengoa. Este palacete de ladrillo rojo, caliza blanca y granito, con torre de media esfera de pizarra negra, lo hizo levantar Barrenengoa sobre el solar del viejo casaron de Juan Julián, "el Uña", que allí tenía su carpintería.

Entre las calles de la Mejora y la de los Arcos (G. Aguilera), con fachada mirando a El Pilar, estaba la primitiva casa de los Ayala, cuya característica especial eran sus zócalos exteriores de hierro fundido. Mediado el siglo XIX, era cuartel de los Guardias Nacionales. A la Plaza del Pilar le pusieron arena y unos cincuenta árboles en el verano de 1857, con el fin de dotar de sombra a la feria de mulas. Por entonces le hicieron un asiento corrido con barandilla y se instaló una fuente dedicada a Hernán Pérez del Pulgar." La calle de Ciruela nacía en la Puerta de igual nombre y llegaba hasta el Pilar. Fue la primera en ser adoquinada, pues el resto de las calles principales eran empedradas, y la inmensa mayoría de tierra. Esta fue por muchos años la estructura vial de la ciudad.

Tenemos, pues, que el pozo de Don Gil y su pilar fueron el núcleo principal de la futura ciudad, porque su abundante agua servía para abrevar los ganados. No era el único pozo que había por los alrededores. Buena prueba de ello es que se conserven los nombres de otros varios y famosos, como los del Pozo Concejo, Pozo Dulce, el de San Sebastián, Santa Catalina, etcétera. El "pozo de don Gil': estaba situado al mismo borde del camino de Toledo a Córdoba; por esta razón utilizábase por los viajeros cual preciado oasis para calmar la sed y procurar descanso a la sombra de unos altos matorrales o encinas que allí crecían.

En documentos del año 1505 (Museo-Archivo Histórico E. Cendrero), el Concejo compraba unas casas para con sus solares formar una plaza. Desde entonces será conocido el lugar por "El Pilar"." Sin duda, los primitivos moradores buscaron para instalarse zonas más elevadas que la plaza del Pilar, donde no convergieran las aguas de las lluvias para salvarles de la humedad y de las posibles inundaciones, alguna de éstas de carácter catastrófico, como la ocurrida en el siglo XVI. Para evitar éstas fue construida la "mina o desagúe" de la población.

En los siglos posteriores siguieron las reformas de la plaza: unas viejas y ruinosas casas fueron derribadas a principios de 1900, y en su lugar fue levantada la residencia de la Compañía de Jesús -la iglesia se terminó en 1915-; se alzó un soberbio palacete con su torre donde había una fábrica de jabón; se edificó el Banco de España, etcétera. Mediada la década de los años veinte, se erige un monumento a Cervantes, el mismo que hoy vemos frente al Gobierno Civil, obra de Felipe García Coronado. Entre la Plaza Mayor, la de El Pilar y el solar que hoy ocupa la Plaza de Cervantes -que aún no existía como tal- eran instalados los barracones de la feria en honor de la Virgen del Prado, hasta que se trasladó al nuevo Parque Gasset."

Durante el siglo XVIII se llevaron a efecto obras en la Plaza del Pilar, consistentes en dos cloacas, cada una formada por dos machones de piedra, que unía una barandilla de hierro. Las minas donde estas vertían eran anteriores a este siglo, pero estuvieron mal atendidas, y la falta de limpieza motivaba el agravamiento de las habituales inundaciones de la ciudad." En enero de 1903, llegan los dos primeros miembros de la Compañía de Jesús, para tomar posesión de la casa de los hermanos Ayala ubicada en la Plaza del Pilar, donada por la familia del P Ayala. Fueron el P Eusebio Goni y el P. Ángel Ayala y Alarcó. Al poco instalaron las escuelas nocturnas para obreros, atendiendo también a las escuelas primarias de niños pobres y a un círculo obrero nocturno para adultos. Esta casa, muchos años después, fue ampliada para albergar el Seminario Menor, y al comienzo de la Guerra Civil comprendía ya tres fincas:` Un edificio destinado a Seminario cuya fachada principal "recae a la Plaza de Cervantes, antes del Pilar, por donde tiene el número siete; con puerta a la calle de Alfonso X el Sabio (antes calle de Ciruela), donde está la Residencia y tiene el número 4 de esa calle. La segunda finca es un terreno destinado a campo de juegos escolares situado intramuros de Ciudad Real entre la puerta llamada de Ciruela y la de Alarcos (en la calle del Tinte). La tercera finca es un espacio de terreno cercado de una pared con entrada por la calle Ramírez de Arellano, antes llamada callejón del Tinte o del Gas. En él se encuentran las cuadras, un corral, pozo y otras dependencias, etc. En una de estas fincas fue levantada (estaba en periodo de construcción hacia 1912) la iglesia de estilo gótico moderno, parecida a la del colegio de Villafranca (Badajoz), pero sin crucero, y que se atribuye al P. Pagasartundúa S.J., que era arquitecto de la Compañía. La presencia de los jesuitas en El Pilar quedará marcada por más de ochenta años, por su labor apostólica y sus escuelas y talleres profesionales de los que salieron muchos jóvenes ciudarrealeños magníficamente preparados.

CÁRCEL DE LA SANTA HERMANDAD

La cárcel de la Santa Hermandad-aludida antes-, sita frente de la puerta del Perdón de la iglesia de San Pedro, de la que un cronista del pasado siglo decía:" "en su portada como de iglesia o convento, con sus tres escalones sobre el nivel de la calle, existía un frontispicio de negras letras con un texto alusivo a las pasiones de los hombres y sus crímenes". Recordaremos que, sobre una modesta mesa cubierta de negro lienzo, a la

Portada principal de la cárcel de la santa hermandad vieja en la calle Dorada. actual edificio  de hacienda.

Portada principal de la cárcel de la santa hermandad vieja en la calle Dorada. actual edificio de hacienda.

Entrada de la prisión, se colocaba un Cristo crucificado sobre un madero lleno de nudos a modo de pequeñas piñas que se retiraban según el número de ejecuciones. Junto a una bandeja también se depositaban los donativos para sufragio de los reos. Una vez -en los inicios del presente siglo- se levantaron en el patio del recinto carcelario hasta cuatro patíbulos. “El estado de las paredes de los patios interiores era tal en los últimos tiempos -añadía el cronista-que los presos podían huir "en un abrir y cerrar de ojos". Las cuadras o dormitorios están en el piso alto, y se sabe que son dormitorios porque lo advierte el empleado, no porque los ojos tropiecen con un mal camastro siquiera (...) una pequeña ventana es el respiradero que tiene esta habitación destinada al albergue de muchos hombres. Entre los patios principales estaba la capilla, pasando antes por la sacristía. En una de las paredes, metido en una hendidura, se veía un Cristo, "que llaman de los Tarugos", del que antes hablábamos, por los nudos salientes que tiene la cruz, el cual -nos contaban- no tiene más interés que ser el antiguo que se llevaba para asistir a los ajusticiados. En el segundo patio, en el suelo, había una gran piedra, resto de un capitel roto, que servía de asiento a los presos, con una leyenda que decía: "Acabóse esta obra siendo alcaldes de S.S.D.F. Oviedo y D. XPL. Bermúdes". Es decir, que si la inscripción como parece se refiere a la cárcel, data del año 1618, en que fueron alcaldes los expresados señores, según los anales de la Santa Hermandad Vieja de Villa Real.` Sin duda alguna, la cárcel se edificaría antes de esa fecha, pues algún historiador local manifestaba ser anterior incluso a la fundación de Villa Real, aunque en un primer momento se levantara en otro lugar de Pozuelo de D. Gil. Por la fecha que se publicó este artículo, el edificio estaba en un estado de abandono total (1906). Aunque siguió siendo utilizado hasta 1934, año en que se abandonó definitivamente, al entrar a prestar servicio la Prisión Provincial de la Puerta de la Mata (hoy clausurada).

EXTINCIÓN DE LA SANTA HERMANDAD

En su calidad de Secretario de Estado y del despacho de Interior, le correspondió a don Diego Medrano -por rara coincidencia- presentar a la sanción real el proyecto de Decreto por el que había de extinguirse la "Santa, Real, y Vieja Hermandad de Ciudad Real", fundada en el pueblo de su nacimiento, y que habían contribuido a sostener los hidalgos ascendientes de su ilustre familia." La orden por la que desaparecía la histórica Hermandad de Ciudad Real decía: "Real Decreto extinguiendo las Santas Hermandades de Toledo, Talavera y Ciudad Real. Doña Isabel II, por la gracia de Dios, reina de Castilla, etc. y el de su Real nombre Doña María Cristina de Borbón, como Reina Gobernadora durante la menor edad de mi excelsa hija...""

Este famoso Decreto, que daba fin a una institución establecida por espacio de casi seis siglos y que había prestado una labor de vigilancia y represión del bandolerismo castellano-manchego, terminaba diciendo: "Sanciono y ejecútese. Yo, la Reina Gobernadora. Aranjuez a 7 de mayo de 1835. Como Secretario de Estado y del Despacho de lo Interior: Diego Medrano."

RegresarSeguir


Regresar a historia de Ciudad Real