Tipo de Monumento: Parque Natural
Declaración de Parque Nacional: 1973
Superficie: 3.030 hectáreas
Dirección: (Ciudad Real)
Visitable: Si, libremente y de manera gratuíta
Tipo de Monumento: Parque Natural
Declaración de Parque Nacional: 1973
Superficie: 3.030 hectáreas
Dirección: (Ciudad Real)
Visitable: Si, libremente y de manera gratuíta
El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel está en pleno centro de La Mancha, en la provincia de Ciudad Real y entre los términos municipales de Daimiel, Villarrubia de los Ojos y Torralba de Calatrava.
Las Tablas de Daimiel son un humedal prácticamente único en Europa y último represen tante del ecosistema denominado tablas fluviales, antaño característico de la llanura central de nuestra Península. Es un ecosis tema complejo que mezcla las características de una llanura de inundación, producida por los desbordamientos de los ríos Guadiana y Gigüela en su confluencia, con la de un área de descarga de aguas subterráneas procedentes de un acuífero de gran tamaño.
Estos desbordamientos, favorecidos por la escasez de pendiente en el terreno, llevan emparejados el desarrollo de una potente y característica cubierta vegetal que constituye un excepcional hábitat para toda la fauna ligada al medio acuático.
Con la publicación de esta guía pretendemos facilitar al visitante su encuentro con el Parque Nacional, ayudarle en la comprensión de sus múltiples valores naturales y permitirle preparar su visita de la forma más conveniente a sus intenciones.
Esperamos que el presente trabajo permita al viajero interesado adentrarse en las singularidades de este espacio natural, con la convicción de que, aumentando su conocimiento al respecto, ganaremos su complicidad en la tarea de conservar nuestro valioso humedal.
Cómo llegar
La principal vía de acceso al Parque Nacional parte de la carretera N420 de Ciudad Real a Puerto Lapice, a su paso por Daimiel. Se trata de una sinuosa carretera, que tras once kilómetros de recorrido nos conduce hasta el Centro de Visitantes del Parque Nacional.
Para llegar a este mismo Centro de Visitantes existen al menos dos rutas alternativas, si bien secundarias, ya que transcurren en parte por caminos rurales, y por tanto de tierra;
Desde la N401 de Toledo a Ciudad Real, nos desviaremos a la altura de Fuente el Fresno o a la de Malagón, en dirección hacia Daimiel. En ambos casos antes de llegar a Daimiel cruzaremos el río Guadiana en «Puente Navarro», donde encontramos las ruinas de un viejo molino harinero, de los muchos que existieron a lo largo del Guadiana y que aprovechaban sus aguas como fuerza motriz. Junto al molino se encuentra la casa de los guardas de la antigua dehesa de Zacatena.
Desde el molino de Puente Navarro, limite sur del Parque Nacional, tomaremos el camino rural que parte del margen izquierdo de la carretera inmediatamente después de cruzar el río Guadiana y que nos conducirá, río arriba hasta «Molemocho», donde encontramos otro molino harinero, hoy reconstruido, enlazando en este punto con la carretera principal de acceso, a tan solo un kilometro del Centro de Visitantes.
La segunda ruta alternativa también transcurre por caminos rurales, aunque nos permitirá conocer el municipio de Villarrubia de los Ojos, en cuyo termino municipal también se asientan Las Tablas.
Para ello desde Madrid llegando a Puerto Lapice, en dirección Sur por la autovía de Andalucía, tomaremos la N420, para en breve desviarnos a la derecha por la CM4120 en dirección a Villarrubia de los Ojos, antes de llegar a Villarrubia de los Ojos, pasaremos por un pequeño pueblo, Las Labores.
Cuando lleguemos a Villarrubia de los Ojos, deberemos atravesar el pueblo de Norte a Sur, para llegar al camino rural denominado camino de «Puente el Conde» o simplemente camino de «las Tablas».
Es un camino asfaltado que nos conducirá hasta el anteriormente mencionado molino de Molemocho, donde estaremos de nuevo en la carretera de acceso principal al Centro de Visitantes, apenas a un kilometro de distancia.
Una vez en el Centro de Visitantes deberemos abandonar el vehículo para poder acceder a Las Tablas.
Introducción
El visitante, interesado por las bellezas naturales de nuestro país, ha decidido acercarse hoy a Las Tablas de Daimiel. Quiere saber más y disfrutar de este Parque Nacional; pasar un buen rato paseando por las pasarelas y los itinerarios señalizados, empaparse de los colores, olores y sonidos de este paraje espléndido de La Mancha húmeda.
Y nuestra primera recomendación es que se acerque a un lugar elevado. No son muchos los que hay en el Parque, pero desde la isla del Pan o desde la torre de Prado Ancho se divisa una buena panorámica.
Usted quizá se pregunte el porqué de esta sugerencia. Muy sencillo: Las Tablas son un paisaje muy plano que, como mejor se aprecia, es a vista de pájaro. Sólo un ave, o un Ícaro hispano, percibe cabalmente este humedal, como un enorme laberinto de agua e islas, todo muy intrincado y fascinante, un mundo secreto, pero real. Así que mire desde lo alto, suba —por ejemplo— a la ermita de San Cristóbal en Villarrubia de los Ojos un día claro y recréese con este paisaje único en Europa.
¿Único? Sí. Único. No hay en el Viejo Continente otro sitio igual. Está usted ante un ecosistema complejo, ante la mezcla de una llanura de inundación, producida por el desbordamiento de los ríos Gigüela y Guadiana, con una zona de salida de las aguas subterráneas del acuífero, que ha sido modificada por la acción humana durante muchos siglos mediante la construcción de molinos y de trochas (caminos en el agua, entre la vegetación). En Europa hay algún otro lugar parecido, como los ríos Shannon en Irlanda o Spree en Alemania, pero ninguno reúne esas tres condiciones: desbordamiento, descarga subterránea y actividad del hombre. Y hay una cuarta característica que hace aún más valioso este paraje y es que está enclavado en una zona del Globo donde llueve poco, donde hay poca agua, está situado en un sitio semiárido, lo cual lo convierte —además— en un oasis para los ani males, las plantas y el visitante. «Un paraíso», lo consi deraban antaño los más viejos del lugar.
Esa irregularidad de las entradas del agua, verdadera razón de ser de Las Tablas, le da quizá su característica más notable. Este Parque es un ecosistema fluctuante, o sea, un ambiente que de modo natural unas veces tiene mucha agua y otras poca; y los organismos que en él viven se encuentran particularmente bien adaptados a esas fluctuaciones.
Un último aspecto que debe tener en cuenta el visitante es que no hay nada en este mundo aislado de su entorno. Las Tablas no son una excepción, no son una isla flotando en el espacio, alejada de todo y de todos. Las Tablas están situadas en el extremo sur de una enorme cuenca fluvial (650 veces más grande que el Parque) y de una cuenca subterránea algo más pequeña (250 veces mayor). Esta es nuestra última llamada de atención aquí: todo cuanto pase en esas dos cuencas acaba afectando, tarde o temprano, a Las Tablas.
Cómo visitar Las Tablas
Las Tablas de Daimiel se visitan a través de tres itinerarios peatonales autoguiados que parten del aparcamiento del Centro de Visitantes, todos ellos dentro de la Zona de Uso Publico del Parque Nacional.
El itinerario de la Torre de Prado Ancho y el itinerario de la Laguna Permanente son lineales, con una longitud de 1.500m y de 800m, respectivamente, mientras que el itinerario de la Isla del Pan, tiene un carácter circular y una longitud total de unos 2.500 metros.
Es aconsejable visitar Las Tablas de Daimiel en grupos reducidos, o en solitario y sin prisas. Las Tablas requieren de tiempo para la observación si queremos llegar a descubrir todo su encanto. También es aconsejable realizar la visita en distintas épocas del año, ya que Las Tablas se transforman de una estación a otra.
Sí al ciclo continuo de las distintas formaciones vegetales unimos el ciclo, aunque también continuo, algo más dinámico de la fenología de las aves, (ver tabla anexa), encontraremos en cada estación del año unas Tablas diferentes, con un paisaje distinto, dominado por unas formaciones vegetales que aún siendo las mismas se transforman, y con una avifauna que va o viene, que cría o inverna o que simplemente habita de continuo en Las Tablas.
Deberemos tener en cuenta que el contacto con la fauna es siempre fortuito, por lo que no pretendamos encontrar las distintas especies animales como en un zoológico. También es aconsejable informarnos de las condiciones hídricas en las que se encuentra el Parque Nacional, por desgracia tan dependientes, en las tres últimas décadas, de la climatología reinante en la zona. Para ello debemos recurrir al teléfono del Centro de visitantes, además de para cualquier otra información adicional.
Para conseguir una visita fructífera además de disponer de tiempo, como se decía anteriormente, nos será de utilidad proveernos de ropa de campo, de prismáticos y de algunas guías de campo que nos ayuden a identificar la fauna y la flora que encontremos por el camino.
También deberemos tener en cuenta las horas de mayor actividad de la fauna que suelen ser las primeras y últimas del día, sobre todo en verano.
Y más aún evitar las épocas de máxima afluencia de visitantes; Semana Santa, puentes largos en particular y festivos y fines de semana en general. Ya que, por el momento el Parque Nacional no cuenta con restricciones en el número de visitantes por día.
La mejor época para visitar el Parque Nacional transcurre desde finales de Septiembre y/o principios de Octubre hasta finales de Mayo y/o principios de Junio.
En cualquier caso debemos imponernos el máximo respeto por el entorno, recorriendo los itinerarios en silencio y haciendo uso de la normativa establecida que encontraremos en el folleto de información general que nos facilitaran en el Centro de Visitantes.
Aproximación histórica
La alta productividad de las zonas palustres ha favorecido su colonización por el hombre, quién desde tiempo inmemorial ha sabido aprovechar los innumerables recursos naturales que le brindaban estos medios: caza, pesca, fibras vegetales, refugio... Durante siglos Las Tablas de Daimiel han estado ligadas al hombre y su historia está íntimamente unida a la de sus pobladores.
Los primeros asentamientos humanos de los que se tiene constancia por los restos arqueológicos encontrados, que han sido datados entre 1.6001.400 a. de C., se establecieron en la zona en la Edad del Bronce y pertenecen a la denominada Facies Motilla. Esta cultura prehistórica palustre se caracteriza por la construcción de montículos artificiales de escasa altura (entre cuatro y diez metros), que situaban en llanuras y depresiones de las vegas de los ríos Guadiana y sus afluentes, en clara diferencia con los asentamientos de la Facies Castellones, pertenecientes a la misma época, que construían los poblados en altura, sobre cerros con defensas naturales y buena visibilidad de la llanura.
En el interior del Parque Nacional se encuentra la denominada motilla de las Cañas, a unos 500 m aguas abajo de la confluencia del río Gigüela con el Guadiana, en la isla del mismo nombre. Es un pequeño montículo de 6 a 10 m de altura y 50 m de diámetro, construido en piedra con una torre central y murallas concéntricas, a cuyo alrededor se encontraba un poblado formado por cabañas aisladas de planta rectangular u oval, construidas con paredes de barro sobre pequeños zócalos de piedra. El interior de la fortificación fue usado con fines comunitarios (almacenamiento de cereal, hornos, ..), a diferencia de otras motillas dentro de cuyos recintos amurallados se situaban las viviendas.
La abundancia de motillas indica la gran densidad de población que tuvo la Mancha en esta época. Se desconocen los motivos por los que estas construcciones fueron abandonadas, si bien se sabe que en algunos casos el abandono sólo fue temporal. Como ocurre en la motilla de las Cañas que fue ocupada de nuevo hacia finales del siglo V o principios del IV a. de C. por un asentamiento íbero que aterrazó las laderas de la motilla y edificó pequeños recintos con paredes de piedra y tapial.
A lo largo de los siglos se van sucediendo en la región las diferentes culturas que habitaron la Península Ibérica, siendo ocupada la zona por romanos, visigodos y musulmanes. Entre las obras civiles que dejaron los primeros, destaca la importante red viaria de las calzadas, usadas por las civilizaciones posteriores y siendo digno de mención que algunas de las más importantes del área pasan por las inmediaciones de las Tablas de Daimiel.
La Reconquista trae consigo el dominio sobre la zona de las órdenes militares de San Juan y, especialmente, de Calatrava, bajo cuya influencia quedaron la mayor parte de las actuales Tablas.
La Meseta sur fue muy afectada por las desamortizaciones, cuyo fin era proporcionar al estado el máximo de recursos económicos. Sus consecuencias fueron grandes, al agudizar los problemas económicos en el campo ya que empeoró la situación de los antiguos arrendatarios y se produjo el despojo de buena parte de las tierras comunales. No obstante también permitió el crecimiento de la producción agraria y favoreció la aparición de una agricultura comercializada.
En el último tercio del siglo XIX se inicia la explotación cinegética de las Tablas, aunque surgen numerosos conflictos entre los que las consideraban de dominio público, de acuerdo con la Ley de Aguas de 1879, y los que arrendaban la caza a sociedades cinegéticas sin estar clara la procedencia de tal derecho. Tras la guerra civil, se reanuda la polémica de la propiedad hasta que, como consecuencia de la misma, en 1959 se prohibe la caza de anátidas en las Tablas. Pese a ello en 1965 tiene lugar una cacería en honor de Franco. Un año después son declaradas Reserva Nacional de Caza, tras lo cual se produce una única cacería en 1970, cuya finalidad era demostrar la abundancia y diversidad de aves acuáticas de las Tablas de Daimiel que, finalmente, serían declaradas Parque Nacional en 1973.
La primera referencia escrita de la riqueza natural de las Tablas de Daimiel se la debemos al Infante Don Juan Manuel, quien en el Libro de la Caza (1325) describe los mejores lugares para la práctica venatoria, señalando la entrada del Gigüela en el Guadiana como lugar propicio a todas las cazas y cubierto de almarjales y muy malos pasos, en clara alusión a lo intrincado del área por la densidad de la vegetación palustre.
Otro magnífico testimonio bibliográfico del siglo XVI son las Relaciones topográficas mandadas hacer por Felipe II, año 1575, siendo la correspondiente a Daimiel una de las más extensas. El texto contiene una detallada descripción histórica, geográfica, económica, demográfica y política. Desde el punto de vista ambiental, nos interesa destacar:
– el nacimiento del Guadiana,
... que en la parte que nace se dice los Ojos de Guadiana y el mismo nacimiento en los dichos Ojos es grande el golpe de agua...
– la relación de las lagunas de la Albuera, la Nava y el Escoplillo con el río,
... y tiénese por cierto que son aguas que se rezuman de Guadiana porque cuando el río Guadiana crece, crecen, y cuando desmengua, menguan ellas.
(Estas lagunas, incluidas en el área de influencia del Parque Nacional, dependían históricamente del acuífero de la Mancha occidental, al igual que el Guadiana. Con la sobreexplotación del sistema subterráneo dejaron de tener aportes y el río dejó de nacer en sus famosos Ojos).
– la pesca de ríos y lagunas,
... en el de Guadiana se pescan muy buenas anguilas
Trasmallo secándose al sol grandes y pequeñas y barbos muy grandes y buenos y otros peces pequeños distintos y lampreas, y en el río Azuer lampreas y peces menudos...
... En esta laguna de la Nava se pescan lampreas pequeñas, mayores y mejores que las de Guadiana, y en las otras lagunas dichas no se pesca cosa ninguna de pescado.
– la caza de la dehesa de Zacatena (situada en la zona de protección del actual Parque Nacional), .. hay conejos, liebres, gamos y se crían en ella lobos y raposas y gatos monteses y garduñas que hacen mucho daño a la caza, la cual se guarda muy bien porque ha venido Su Majestad el Rey don Felipe nuestro señor tres veces al dicho monte y mandó Su Majestad que se guardase muy bien.
– y la diversidad faunística de las Tablas así como su idoneidad como zona de cría de aves acuáticas,
... Y en el dicho río, en el término que dura la dicha dehesa de Zacatena, hay muchos tablares de agua muy hondos y muy grandes donde se crían muchos géneros de aves, cisnes, ánsares bravos, ánades, garzas y otros muchos géneros de aves los cuales crían en los eneares que están alrededor de los tablares de agua de tal manera que parecen palomares,...
A principios del siglo XX, Chapman y Buck (Unexplored Spain, 1910) son quienes nos relatan la abundancia y diversidad de las aves palustres de las lagunas de Daimiel y subrayan su consideración de oasis en medio de una región tan seca:
Aisladas como están —una mera mota de agua en medio de las áridas mesetas del centro de España—, estas lagunas de Daimiel constituyen no sólo uno de los principales lugares de acuáticas de España, sino posiblemente de toda Europa. A estas aguas vienen de vez en cuando todas las especies de acuáticas conocidas en la Península, mientras que en otoño, la tribu de patos se concentra en huestes innumerables de casi todas las variedades europeas. Entre los que se cuentan en mayor número están el ánade real, el ánade rabudo, el pato cuchara, el ánade silbón, la cerceta carretona, la cerceta común y la pardilla, el porrón pardo, el moñudo y en gran abundancia el pato colorado. Las fochas son también frecuentes en las lagunas, aunque en menor número. También aparecen a intervalos frecuentes flamencos y gansos negros, cuyas especies no somos capaces de identificar, gangas y ortegas, gaviotas de mar, aguiluchos laguneros, somormujos, y ocasionalmente algunos cormoranes vagabundos. Las garzas y garcetas en sus diferentes variedades frecuentan las riberas y las lagunas someras....
... Estos patos (se refiere a los colorados) crían en gran número en Daimiel, y también los ánades reales, cercetas carretonas, porrones pardos, junto con las cigüeñuelas, somormujos y garzas de todas las denominaciones...
Las águilas pescadoras visitan las lagunas en otoño, haciendo presa en las abundantes carpas y tencas; y los jabalíes, algunos de gran tamaño, vienen de la sierra de Villarrubia, en el sur, cubierta de arbustos, frecuentando los cañaverales. Los tarros blancos de varias especies parecen desconocidos; pero al ánsar (como a los flamencos) se les oye pasar a intervalos; un ganso pequeño, de color oscuro (posiblemente una barnacla cariblanca) se sabe que fue cazada en dos o tres ocasiones, y cisnes salvajes, una vez.
Durante generaciones las Tablas de Daimiel han proporcionado sustento y gozo tanto a moradores como a visitantes, entre los que se cuentan varios monarcas. Con el transcurrir del tiempo se ha mantenido un equilibrio secular entre la extracción de los recursos del humedal con su tasa de renovación. Sin embargo a partir de los años sesenta, cuando ya se conocía la importancia de los humedales para la conservación de la avifauna palustre, se ha iniciado una alteración tan profunda del funcionamiento natural del sistema, que ha puesto en peligro la supervivencia de este singular paraje y podríamos privar a nuestros descendientes de su disfrute en el futuro.
Declaración del Parque Nacional
En la Mancha, la más extensa de las llanuras peninsulares, se encuentra un complejo palustre que, hasta hace poco tiempo tenía una superficie de unas 25.000 ha. y era considerado una de las cuatro áreas españolas de importancia internacional para las aves acuáticas. La diversidad de hábitats y especies de la denominada «Mancha Húmeda» tenía mayor relevancia si cabe al estar en una región tan seca como la cuenca alta del Guadiana.
El complejo lagunar está formado por un rosario de lagunas humedales y encharcados que responden a distinta tipología según sus orígenes. En el Campo de San Juan predominan las lagunas endorreicas, es decir, acumulaciones de agua en depresiones del terreno que suelen tener un carácter salino más o menos marcado. En el Campo de Montiel se encuentran las Lagunas de Ruidera que son el mejor y más conocido ejemplo de las de origen travertínico. Las más escasas se forman por la acumulación de agua en antiguos cráteres, existiendo algunos ejemplos de este tipo en el volcánico Campo de Calatrava. Por último hay que destacar las llanuras de inundación, que tienen un origen fluvial pues son desbordamientos de los ríos en sus tramos medios como consecuencia de la horizontalidad del terreno y se conocen en la región con el nombre de tablas.
Este tipo de ecosistema palustre era el más característico de la Mancha, en donde estaba muy bien representado hasta hace pocos años: Tablas del Záncara, de Villarta de San Juan, de Arenas de San Juan, de Villarrubia de los Ojos... y entre todas ellas destacaban las Tablas de Daimiel. Su singularidad se debía a la interacción entre aportaciones de aguas superficiales y subterráneas de distinta calidad química y diferente estacionalidad, lo cual favorecía que el humedal tuviera una gran diversidad ecológica.
El complejo palustre manchego no está constituido por una serie de elementos aislados sin relación entre sí, sino por un conjunto de humedales interdependientes entre los que existe un continuo intercambio de aves acuáticas en función de factores tales como disponibilidad alimenticia, niveles hídricos, cobertura vegetal, etc. Cada encharcado de forma aislada tiene un cierto valor y el Parque Nacional sobresale entre todos, pero es en el conjunto, con las particularidades que aporta cada uno, donde la Mancha Húmeda adquiere su verdadera significación y relevancia.
Justificación
Muchos eran los valores que poseían las Tablas de Daimiel cuando fueron declaradas Parque Nacional en 1973, sin embargo el elemento fundamental para su designación como espacio protegido fue su importancia como lugar de invernada, nidificación, mancada y reposo de avifauna palustre. Hay que recordar que una década antes las lagunas de CastillaLa Mancha habían sido consideradas una de las cuatro zonas húmedas españolas de importancia internacional e interés excepcional para la avifauna palustre. En este sentido podemos subrayar que el espacio protegido cumple los criterios Ramsar de categoría internacional para ánade friso y pato colorado, así como para el total de anátidas invernantes. Igualmente cumple los requisitos de importancia nacional para cerceta común, ánade azulón, ánade rabudo, cuchara común, porrón europeo, focha común y para el total de anátidas y fochas.
Las Tablas de Daimiel son refugio de especies de flora y fauna endémicas y amenazadas de extinción. En este enclave aún es posible contemplar el masegar más importante de la España peninsular (en otros tiempos se consideró el más extenso de Europa), diversas especies de limonios endémicos de enclaves salinos castellanomanchegos o ciudarrealeños o un mamífero tan amenazado como la nutria, por citar tan sólo algunos ejemplos.
Por último, el ecosistema de las Tablas de Daimiel, antes de las alteraciones sufridas, podía considerarse único en nuestro país y muy escaso en el mundo, al formarse en la confluencia de los ríos Guadiana y Gigüela junto con los aportes del acuífero de la Mancha occidental.
Historia de la declaración
Tal como se ha señalado, el complejo palustre manchego era uno de los cuatro enclaves españoles incluidos en la lista de humedales de importancia internacional para las aves acuáticas. Sin embargo en la mentalidad de la época seguía imperando la consideración de estos ecosistemas como áreas improductivas e insanas debido al paludismo, existiendo un afán desmedido por desecarlos y ganar así terrenos para la producción agrícola. En aplicación de la Ley de 17 de julio de 1956 sobre «Sa nea miento y colonización de los terrenos pantanosos que se extienden inmediatos a las márgenes de los ríos Guadiana, Gigüela, Záncara y afluentes de estos dos últimos, en las provincias de Ciudad Real, Toledo y Cuenca», en los años sesenta se pone en marcha un gran proyecto de saneamiento con la intención de desecar y poner en cultivo gran parte de las zonas manchegas de vocación palustre. El plan afectaba a 23.000 ha ampliables a 32.000. Se inicia la apertura de canales de drenaje, se profundizan lechos de ríos, se rectifican cauces, se eliminan meandros, etc. Como consecuencia se altera profundamente el sistema hidrológico de la cuenca alta del Guadiana y se ven seriamente afectados los humedales asociados.
En 1966 se aceleran las obras de canalización, produciéndose una pérdida significativa de superficie encharcada y un importante descenso en los niveles hídricos de la ya Reserva Nacional de Caza de las Tablas de Daimiel. Para intentar paliar el desastre que estaba ocurriendo, se llevan a cabo algunas actuaciones tales como la colocación de presas de tierra en el canal del Gigüela para frenar el drenaje, o el bombeo de caudales desde el canal del Guadiana a las Tablas, dado que la profundización de su cauce impedía el secular desbordamiento del río.
Se llega a producir una situación tan absurda y contradictoria como que con dinero público se estaba pagando la desecación y con el mismo dinero público se estaban poniendo parches para evitar que las Tablas se secaran.
Mientras que los partidarios de la canalización activaban las obras y movilizaban influencias, un sector social creciente capitaneado por Adena, se oponía firmemente a la desecación y la polémica entre ambos sectores tuvo gran repercusión en los medios de comunicación. La pugna entre los defensores de los humedales manchegos y los productivistas culminó con una decisión salomónica: se paralizaron las obras de desecación en una pequeña zona de 1.875 ha que se declararon Parque Nacional, mientras que se permitía continuar los trabajos de «saneamiento» en el resto de las áreas.
Aún hay que añadir una paradoja más: se vuelve a gastar dinero público para revertir al Estado la propiedad de los terrenos sitos en el ahora Parque Nacional que habían sido desecados y privatizados.
De esta forma se produce la declaración de las Tablas de Daimiel mediante el Decreto 1874/1973, de 28 de junio, creando en su interior una Reserva Integral de Aves Acuáticas. Con posterioridad se produce su reclasificación mediante la Ley 25/1980, de 3 de mayo que tiene como consecuencia la modificación de límites, al incluir en el suroeste el área comprendida desde la confluencia de Guadiana y Gigüela hasta Puente Navarro (se denominó zona de restauración, ya que había sido desecada y puesta en cultivo, habiendo fracasado cosecha tras cosecha porque los suelos eran salinos). Por el contrario, en el noreste se reduce la superficie del primitivo Parque Nacional; el resultado final es una pequeña ampliación a las 1928 ha.
La última novedad en este apartado la encontramos el 10 de enero de 2014, cuando el Consejo de Ministros aprueba, a propuesta del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, la ampliación del Parque Nacional hasta las 3.030 hectáreas. Con este incremento, el espacio protegido incorpora diversos ecosistemas y valores geomorfológicos que hasta ahora no estaban representados y que, sin duda, incrementan su biodiversidad.
Centro de Visitantes
El Centro de Visitantes se ubica en un edificio construido en 1980 y remodelado en 1998 con motivo del 25 aniversario de la declaración de Las Tablas como Parque Nacional.
En el Centro de Visitantes recibiremos puntual información de cómo acceder a Las Tablas, de los itinerarios dispuestos dentro de la zona de uso Publico para ello, además de consejos y recomendaciones según la época del año en la que nos encontremos, sin obviar el estado de los niveles hídricos y de la fauna que presenten Las Tablas el día de nuestra visita.
El Centro de Visitantes está distribuido en seis salas consecutivas que nos permitirán un primer acercamiento al Parque Nacional.
Las salas 1, 2 y 3 presentan varios paneles fotográficos que nos ayudaran a la identificación de las especies más representativas de la flora y fauna de Las Tablas, distribuidos según los ambientes o biotopos que podemos encontrar dentro del ecosistema que forman Las Tablas de Daimiel.
• Orillas y aguas someras
• Islas
• Cauces y Prados encharcados
• Bosques de galería y sotos fluviales
• Tablazos y aguas profundas.
La sala dos cuenta con dos acuarios que nos muestran los invertebrados y las algas, denominadas aquí «ovas», que viven en el medio acuático de Las Tablas. Además de un acuaterrario donde podremos observar algunas de las especies piscícolas que encontramos en Las Tablas, como la gambusia, (Gambusia holbrooki), el cachuelo, (Leuciscus pyrenaicus), la pardilla, (Rutilus lemmingii), o la colmilleja, (Cobitis paludica). Además de alguna rana común, (Rana perezi), o algún galápago europeo, (Emys orbicularis).
En la sala tres podemos observar un panel que bajo el titulo «cuando los animales no se dejan ver», recoge restos de animales y plantas como muestra de la presencia o actividad de los primeros o como ayuda a la identificación de las segundas.
La sala cuatro nos transportará mediante elementos artificiales al medio natural de Las Tablas, en distintas épocas del año.
Por último llegaremos a la sala cinco donde encontramos representados los itinerarios de visita al Parque Nacional, y algunos elementos sobre el paisaje y la migración de las aves, una de sus actividades que las conducen hasta Las Tablas.
Además cuenta con una maqueta de Las Tablas y del acuífero subterráneo, denominado acuífero 23, donde se asientan y del que tan íntimamente dependen, que nos permitirá conocer el funcionamiento hídrico en Las Tablas, además de la interrelación entre las aguas superficiales y las aguas subterráneas, tan importante para el equilibrio hídrico en Las Tablas, y como se ha producido la ruptura del mismo, debido, a la transformación de la agricultura tradicional de secano por una agricultura extensiva de regadío en toda la comarca de la Mancha Occidental.
La sala seis está destinada a la proyección de un audiovisual sobre el Parque Nacional. Cuenta con una capacidad para cuarenta personas y la proyección se realiza previa petición.
La sala cuenta con una capacidad para cuarenta personas y la proyección se realiza cada hora, previa petición.
Molino de Molemocho
Situado a la entrada del Parque Nacional, el Centro de Visitantes “Molino de Molemocho” es un antiguo molino hidráulico, como tantos otros que en su día sirvieron, aprovechando el abundante caudal de agua, para moler el grano.
Se accede al molino mediante un agradable paseo de unos 400 metros de longitud, por un sendero entarimado cuyo inicio lo tiene en el aparcamiento habilitado para tal fin.
Este molino es mencionado en las Relaciones Topográficas de Felipe II, en el año 1575.
El Molino de Molemocho ha sido restaurado recientemente, y en su interior nos ofrece una exposición etnográfica de los diferentes elementos hidráulicos que formaban parte de las instalaciones propias de un molino. La maquinaria en perfecto estado se pone en funcionamiento, y mediante unas cristaleras situadas en el suelo, podemos observar el movimiento de estos antiguos sistemas hidráulicos.
La presencia humana ha sido constante a lo largo del tiempo, posiblemente se puede constatar que el hombre ocupó este territorio inundado desde hace 3.000 años.
Numerosos yacimientos, como las motillas nos muestran diversos elementos utilizados en ese periodo; piedras de moler a mano, molinetas, vasijas cerámicas, así como, plomos de pesca de la época iberoromanomedieval encontrados en la Isla del Morenillo, Embarcadero del Tablazo y en el mismo Molemocho.
Unos paneles interpretativos de la interrelación entre el hombre y el medio nos muestran los diferentes yacimientos encontrados en el Parque Nacional, así como los lugares que ocupaban los molinos y la trayectoria de los ríos Guadiana y Gigüela.
Este Centro de Visitantes nos transporta a otra época no muy lejana, donde el hombre necesitaba del medio para poder subsistir.
A fecha de Junio del 2017 el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel mantiene inundadas 1.250 hectáreas de las 2.000 susceptibles de estar ocupadas por el agua, gracias al agua que vierte el río Guadiana en este espacio natural protegido.
El Centro de Visitantes, al igual que el Parque Nacional, permanece abierto todos los días del año.
- Itinerarios: Media hora antes del alba hasta media hora tras el ocaso.
- Centro de Visitantes:
Del 01 oct al 31 may: de Lunes a Domingo de 08:30 horas a 18:30 horas.
Del 01 jun al 30 sep: de Lunes a Domingo de 09:00 horas a 21:00 horas.
La principal vía de acceso al Parque Nacional parte de la carretera N420 de Ciudad Real a Puerto Lapice, a su paso por Daimiel. Se trata de una sinuosa carretera, que tras once kilómetros de recorrido nos conduce hasta el Centro de Visitantes del Parque Nacional.
Fuentes: