Tipo de Monumento: Castillo, fortaleza
Periodo: Siglos XIII
Dirección: Retuerta del Bullaque (Ciudad Real)
Visitable: Si
Tipo de Monumento: Castillo, fortaleza
Periodo: Siglos XIII
Dirección: Retuerta del Bullaque (Ciudad Real)
Visitable: Si
Este castillo es, según Terrassé, una fortaleza de barrera, cuya misión fundamental es controlar el paso por el puerto y detener cualquier ataque islámico que pretenda discurrir por él.
Está en la margen izquierda del río Milagro, aprovechando una zona escarpada que tenía al nordeste protección natural por el río, que además creaba al oeste un espacio pantanoso que hacía difícil el acercamiento a la fortaleza por lo que la zona de más fácil acceso era su frente sur-sudeste donde se situó un foso excavado en la roca, cuyo material se utilizó para sus muros.
El emplazamiento es, estratégicamente, adecuado para cerrar el paso por este camino, pero su situación plantea un problema: El río Milagro lo separa de Toledo y, aunque existe vado al pie del castillo, cualquier crecida del río hace problemático su cruce y dificulta la llegada de refuerzos o provisiones. Además la cota ocupada se prolonga hacia el sur casi con la misma altura, por lo que pese a la muralla y la cárcava artificial el primer recinto resulta débil y su defensa un tanto complicada.
En el Km. 29 de la carretera CM-403 que, enlazando con la CM-4013, conduce desde Piedrabuena a Toledo a través de Peña Aguilera y Pulgar y a orillas del río de su mismo nombre, se levantan las ruinas de lo que debió ser una plaza fuerte de considerables dimensiones. Aún hoy, pueden verse sobre un altozano que domina la entrada del puerto al que acabó dando nombre, vestigios de la fortaleza y de la cerca apoyados sobre el escarpe natural que forma el río.
El 1114 la zona aparece en la documentación cristiana. Ese año, el 3 de Agosto, y según los Anales Toledanos II, en Pulgar fueron derrotadas las milicias de Toledo acaudilladas por Rodrigo Aznares.
Esta fortaleza era la antiguamente donada por Alfonso VII en el 1146 pues el amanuense que reprodujo en el LIBER I la escritura de la donación, donde Enrique I deja el alfoz de Milagro, la titula "DE DONATIONES NIRACULI QUOD ALFOVER VOCABATUR".
Los almohades atacan Toledo tras la derrota de Las Navas por el puerto de Alhover, por estar la vía principal en manos de los cristianos, que ocuparon Malagón, Calatrava, Benavente y Caracuel.
La incursión musulmana de este año demuestra la existencia de un camino alternativo al de Guadalerzas, más dificultoso que éste, pero, transitable'. Ello mueve a Rodrigo Jiménez de Rada a interesarse por el puerto de Alhover. Es posible que hubiera allí una fortaleza musulmana arruinada y desguarnecida, pero no hemos encontrado documentación que abone su existencia, porque los documentos de Alfonso VI y Alfonso VII en los que se menciona el castillo de Alfovere parecen corresponden a una zona al sur del Tajo."
En efecto; los musulmanes encontraron cerrado el camino del Sur, el de Calatrava la Vieja y Guadalerza, donde la guarnición cristiana, impedía el paso y decidieron utilizar el puerto de Alhover desde donde avanzaron hasta Toledo y cruzaron el Tajo. La acción debió sorprender a los cristianos, confiados tras la victoria de 1212, porque el botín en ganado y prisioneros fue importante. Pero la noticia de los estragos alertó a los toledanos que se apresuraron a salir en "apellido". La cabalgada alcanzó a los musulmanes que ya se encontraban al Sur de los Montes de Toledo y se produjo el encuentro junto a la Torre de Abraham, en las orillas del río Bullaque. Los toledanos pudieron recuperar el botín, pero no así a los prisioneros que fueron pasados a cuchillo por sus captores. Tampoco los musulmanes salieron muy bien parados del enfrentamiento, porque se prendió fuego a la jara y murieron muchos de ellos. Entre el botín que se consiguió ese día figuraron: lorigas, caballos y algo más macabro, un buen número de cabezas de musulmanes.
Fue una época difícil por el hambre. En 1212 se recuperaron gran número de fortalezas, abandonadas en su mayoría. La huída de los musulmanes de la zona y la falta de asentamiento cristiano por tan reciente conquista imposibilitó el aprovisionamiento, ya que el botín de las plazas conquistadas apenas bastó para satisfacer las más perentorias necesidades del gran ejército cristiano.
El año 1213 la zona vuelve a recobrar importancia bélica. Tras los éxitos militares obtenidos por los andaluces contra Talavera a poco de la batalla de las Navas, salió una expedición de Córdoba contra los campos toledanos, fue la última, pero dejó honda huella de su paso.
La preocupación del Arzobispo de Toledo Don Rodrigo Ximénez de Rada por la zona estaba justificada por la desguarnición del costado occidental de su territorio. Aquella frontera estuvo garantizada por varias plazas, entre las que descollaban Trujillo, Montánchez y Santa Cruz, pero la campaña llevada a cabo por Almansur el verano de 1196 significó la perdida de todas esas posiciones. Como consecuencia de ella quedaron en primera línea Toledo y Talavera..
A partir del siglo XIII y por obra de don Rodrigo, el puerto de Alhover se conocerá como Milagro porque el arzobispo construyó un castillo con ese nombre delante del puerto a fin de interceptar en el camino a los posibles atacantes musulmanes.
Milagro tenía el control del territorio hasta la vía vieja de Calatrava a Toledo, por el puerto de Orgaz, hasta Corralrrubio y Alhover, por el de Avellanar y Maches hasta Estena y desde allí a la misma hoz del Guadiana con su río y cuevas hasta Abenojar.
El arzobispo de Toledo Don Rodrigo Ximénez de Rada, levantó el castillo del Milagro, en el invierno de 1213-14, para imposibilitar la amenaza a Toledo por este puerto, pues Torre de Abraham y Piedrabuena no se habían recuperado aún.
Se celebraban todavía las fiestas religiosas cuando Milagro fue sitiado por un ejército musulmán integrado por setecientos jinetes y mil cuatrocientos infantes, que pudieron ser rechazados, aunque con grandes pérdidas, gracias a que el muro y el foso del recinto externo estaban acabados.
Don Rodrigo, hizo relevar toda la guarnición y continuó la construcción del castillo. En 1214, 6 de Noviembre, consiguió de Enrique I un extenso dominio en torno a Milagro en el que se incluía el castillo de Milagro, Orgaz, Yébenes. En el preámbulo del documento se dice que el castillo, situado más allá del puerto de Alhoer, pretendía asegurar Toledo, ya que por él muchas expediciones musulmanas se dirigen contra ella, muchos cristianos son llevados cautivos y muchos también heridos; al día siguiente firma otro documento en el que se incluye Pulgar, para asegurar el camino.
Las gentes del arzobispo, al trabajar en Milagro, dependían del suministro que les enviaba Toledo. Añádase la dificultad de la inclemencia del tiempo y las frías temperaturas invernales.
Después Don Rodrigo irá a Burgos donde comunicará a Alfonso VIII lo sucedido, por lo que recibirá donación de 20 villas, pero el rey morirá casi en seguida, antes de dejarlo documentado.
Su sucesor Enrique I reconocerá la deuda y el 6 de Noviembre de 1214 constituye el señorío del Milagro y lo dona a la Mitra Toledana tan sólo un mes después de la muerte de Alfonso.
Todavía el 4 de enero de 1215 Enrique II concede términos al castillo de Milagro. En el documento se dice textualmente que en razón de los peligros que para Toledo supone la desprotección de la mencionada vía, el arzobispo ha iniciado la construcción de un castillo, de nombre Milagro, más allá del puerto de Alhoer. El documento hace también referencia a los trabajos y tribulaciones a que se vio sometido el arzobispo con motivo de esta empresa.
En 1217 Honorio III confirma la donación en la que se incluye el castillo de Milagro.
La cesión de Milagro con todos sus términos, fue confirmada por Fernando III el 25 de enero de 1222. La víspera, esto es, el día 24, se concedía al castillo el fuero de la villa o ciudad que eligiese el arzobispo. Ese mismo año el arzobispo había comprado a don Alfonso Téllez de Meneses los castillos de Dos Hermanas, Cedenilla, Malamoneda y Muro (este junto al Guadiana, cerca de Cañamero) que el emprendedor personaje había reconstruido o poblado por primera vez. El precio fue de ocho mil mar. y mil cahíces -12.000 fanegas de grano- pagadero en varios plazos anuales. Con el producto de esta venta iba a repoblar Aliaguilla en Levante y a sostener a Alburquerque. Para que el arzobispo pudiera atender a los gastos que acarreaba la repoblación de Milagro y sus contornos, el cabildo de Toledo renunció a la tercera parte de las rentas que le correspondían en ellos.
Pero el dominio del arzobispo coartaba las posibilidades de la ciudad de Toledo en orden a la explotación de la riqueza de aquellos montes. Por ello, en 1243 el rey permutó a Jiménez de Rada lo adquirido a Alfonso Téllez, más el Milagro con sus términos, por Añover y Baza, esta última plaza sin conquistar todavía. Y el 4 de enero Fernando III vendió a la ciudad de Toledo, todo el lote por 45.000 mar de oro. El diploma especifica que en la transacción se incluye, además de Milagro, Pulgar, Dos Hermanas, Cedenilla, Mala Moneda, Herrera, Peñaflor, Peña Aguilera, Yébenes, San Andres, Santa María de la Nava, Marjaliza, Navarredonda, Torre de Foja Abraen, Muro, Cijara, Alcocer.
En tiempos de Fernando III el arzobispo cederá al rey este castillo y sus términos a cambio del derecho a conquistar Baza y de la villa y castillo de Añover del Tajo. En 1246, necesitando Fernando III dinero para lograr la conquista de Jaén, venderá los bienes recibidos del arzobispo por la considerable suma de 45.000 maravedíes de oro al concejo de Toledo.
Se trataba de una zona montaraz y agreste propia para la caza. En el documento de donación de Enrique I al arzobispo se mencionan las "losas" o trampas para cazar conejos. En razón de las posibilidades ganaderas que ofrecía Milagro, Fernando III mandó al concejo toledano que sólo cobrase montazgo en Milagro y en Cijara, a la entrada o a la salida y en proporción de dos por mil cabezas en 1255 al concejo de Toledo tener un montazgo en Milagro.
La aldea de Milagro, se fue despoblando progresivamente una vez desaparecido el peligro musulmán. Era terreno poco fértil y el arroyo de su nombre lo hacía malsano. Nació otra aldea cercana, el Molinillo, y la iglesia de la antigua población quedó convertida en ermita. En el siglo XV subsistía aun la fortificación, porque sabemos que el concejo de Toledo tomó medidas. Las Relaciones Topográficas ordenadas por Felipe II sólo nos dicen: "En la jurisdicción de Molinillo está nuestra Señora del Milagro, donde dicen que está el castillo del Milagro, aportillado, es antigualla, no tiene armas, ni munición, ni alcaide, ni hay quien se acuerde de haber tenido. Creen que se despobló por pestilencia".
De todas formas la zona continuó teniendo una innegable importancia económica como vía ganadera, ámbito de aprovechamiento venatorio` y para carboneo".
Descripción:
Se compone de un recinto apoyado en la orilla del río con un reducto central. El recinto irregular mediría más de 200 metros N-NE a S-SO y unos 145 metros de E a O. Lo cerraba un muro de 1'50 metros de grueso con foso tallado en la roca que lo protegía y sirvió de cantera para su construcción. Ninguna torre le servía de flanqueo por lo que es construcción de gran economía de medios.
El reducto interno del ángulo N-NO está mejor construido, sus muros de 2 m. de espesor utilizan piedra mezclada con mortero de cal. Sólo el interior parece realizado con encofrado de grandes dimensiones, 115 cm de alto y 70 de distancia entre mechinales.
Norte y este están protegidos por lo abrupto de la orilla y el resto por el foso. Plan simple pero de imposible reconstrucción donde resaltan las raras torres y el escalonado ángulo oeste. La rapidez y economía inspiran construcción con técnicas islámicas".
Esto es lo único que hay sobre este castillo examinando las obras dedicadas a fortalezas medievales españolas y se debe al investigador francés Michel Terrassé.
Al contrario que las circunstancias históricas, que han atraído a múltiples investigadores por ser una fortaleza del arzobispo Ximénez de Rada, su estudio arqueológico no despertó demasiado interés dados los escasos restos que nos quedan.
Estudio del Castillo propiamente dicho:
Apenas puede aventurarse cual fue su planta. Sólo que se trataba de estructuras ortogonales, algunas de ellas sugieren la existencia de torres. A diferencia de la cerca, esta parte se construyó en piedra, utilizando mampostería irregular para el núcleo y sillares muy desiguales para el revestimiento.
Su eje mayor mide 38 m. (este-oeste) y 33 el menor (norte-sur). Su frente norte está en un acantilado sobre el río. El sur, llano, está guarnecido por antemuro y foso artificial excavado en la roca, que alcanza los ángulos sudeste y suroeste del castillo. El oeste se encontraba sobre ladera de rápido declive, que hacía innecesario el foso. A sus pies se encuentra un llano pantanoso, inundado por el río, con abundantes juncos y cañizales. Ha sido en parte desecado. El frente este, la zona con más restos, nace en el acantilado del río (ángulo ND) y llega al comienzo del foso cavado en la roca (ángulo SD), pudo haber carcava y antemuro hoy perdido.
El perímetro del castillo eran unos 150 m. de muralla, de los que conservamos, sobre el suelo, sólo unos 45 m. y otros 16 m. a ras del mismo, aunque por ser trazado regular puede ser reconocido todo el perímetro sin dificultad. De los 40 m. del frente del río, sólo son visibles 8 desde el interior del castillo, pero desde el exterior se ve casi todo el cimiento y la base del muro, que se sitúa sobre el acantilado indicado antes.
Se destaca el buen foso, excavado en la roca. Cubre el frente sur del castillo con una anchura de 6 m. y una profundidad de 5.
Ocupa una superficie de terreno de casi 2200 m2, con antemuro y foso, siendo la última defensa de la población. Sería morada del alcaide, residencia de la guarnición y almacén de pertrechos de guerra. Por su emplazamiento no podía ser atacado sin conquistar previamente la ciudad, de aquí su carácter de último reducto.
La ciudad:
Se trata de un recinto de planta irregular para acomodarse a la superficie del terreno, aunque vagamente aproximado a un rectángulo. El frente que mira al NO. se apoya en el río, que ha socabado un foso natural. Los tres restantes estuvieron marcados por sendos lienzos de muralla. De ellos restan el NE., casi completo y algunos fragmentos del SE, En todos los casos se trata de muros de tapial que han perdido los revestimientos y están desmochados. En el frente NE. se percibe claramente que el muro estaba protegido por una escarpa con su consiguiente contraescarpa, labradas ambas sobre la roca que sirve de cimiento a la fortaleza'. La misma fórmula parece haberse aplicado en la parte SE., aunque los indicios no son tan claros.
Su perímetro es algo más de 600 m. ocupando una superficie de unos 24000 m2, aunque engloba al castillo propiamente dicho, que ocuparía 2200 m2 de los indicados. Su frente norte forma parte del perímetro defensivo de la ciudad. Hoy conservamos 173 m. del muro de la población, que no tiene torres. Es obra pobre, predominando tierra y cal con lascas de pizarra del foso excavado ante él.
En el centro del lado NO. -mirando, por tanto, al río y al camino- se encuentran los restos del castillo
Como el lado NE. apoyaba directamente en los escarpes del río, por el SE. las defensas se acentuaron con un foso -de seis metros de anchura y cinco de profundidad- excavado en la roca como el que existía en la cerca exterior.
En el interior se conserva un aljibe de 4m. de longitud.
De las construcciones internas nada queda sino montones de escombros y la ermita aunque considerablemente renovada.
La ermita:
Después de aquellos momentos de euforia guerrera pierde su importancia, pero como lugar estratégico y dominante siempre ha tenido cierta celebridad. que después giró en torno a su famosa ermita. Sobre una altura de 740 m., recortada al norte por el cauce del río Milagro, se alzan los muros de esa ermita, blanca, destacándose entre las ruinas de una antiquísima muralla de piedra, que hoy sólo cerca el monte, pero que fue sin duda la defensa del caserío fundado por el arzobispo Rodrigo y del que hoy sólo queda la ermita, situada aproximadamente en el centro de la cuadrícula que dibuja la muralla. En el extremo noroeste de la cerca se advierten sobre el río, las ruinas que levantó o fortaleció el prelado toledano.
El culto en la ermita salvó el despoblado del olvido, por la romería que en ella se celebra por parte de la población de las Ventas Con Peña Aguilera (Toledo) el primer fin de semana de septiembre.
La ermita dependió de la parroquia de San Sebastián de El Molinillo y se documenta ya a mediados del siglo XVI, pero es de creer que existiría en el siglo XIV o comienzos del XV.
Se encuentra en estado de ruina
Visita libre por el castillo durante todo el año.
Justo en el límite de provincias de Ciudad Real y Toledo en la carretera nacional CM-403. A 2 Km. del cruce del Molinillo.
Fuentes: