Tipo de Monumento: Pinturas rupestres
Periodo: Periodo Calcolítico (Bronce I)
Dirección: Fuencaliente (Ciudad Real)
Visitable: Si
Tipo de Monumento: Pinturas rupestres
Periodo: Periodo Calcolítico (Bronce I)
Dirección: Fuencaliente (Ciudad Real)
Visitable: Si
El término municipal de Fuencaliente cuenta con 12 estaciones de pinturas rupestres esquemáticas: La Batanera, Peña Escrita (Más Información), la Cueva de las Sierpes, El Escorialejo, Morrón del Pino, La Serrezuela, El Piruetanal, la Solana del Navajo, El Criadero de los lobos, El Melitón, los Gavilanes y La Golondrina. Los seis primeros yacimientos han sido protegidos y pueden ser visitados libremente, pero el resto son de difícil acceso, ya que casi todos se encuentran en fincas privadas. Peña Escrita y La Batanera son los más asequibles, pues el camino puede realizarse en coche hasta las proximidades de los abrigos. El resto tienen mayor dificultad, debiendo ascender por pendientes pronunciadas con abundante vegetación. Para visitarlos se aconseja ir acompañado por uno de los guías locales, con los que se puede contactar a través de la Oficina de Turismo, ya que hay que disponer de un coche todoterreno y el permiso necesario para abrir las cadenas que impiden el paso al tráco rodado.
Está situada sobre un gran banco cuarcítico de paredes verticales, a 820 m. de altitud, a escasos metros del río Cereceda, entre Sierra Madrona y la Sierra de Hornilleros. El encajonamiento del río da lugar a un precioso paraje natural, con una espesa vegetación, conocido como Chorrera de los Batanes, por la cada que presenta el río, donde se situaba un antiguo batán.
Para llegar hasta ella se debe coger el mismo camino que conduce a Peña Escrita, pero poco antes de llegar al campo de fútbol abandonaremos la carretera asfaltada para continuar rectos por la pista de barra, ascendiendo durante unos 2 km. hasta encontrar la señalización. Allí se dejan los coches para iniciar el descenso hasta el río por una pequeña senda. Los abrigos son fácilmente reconocibles por las verjas que los protegen.
El estado de conservación es bastante deficiente, por la pérdida de color debido a la humedad, la proliferación de líquenes y la acción vandálica de algunos visitantes. Para verlas con claridad se aconseja visitarlas en días con elevada humedad ambiental (días de niebla o lluvia).
Todos los investigadores coinciden en que las pinturas rupestres esquemáticas se iniciaron en el periodo Calcolítico (Bronce I), y en algunos yacimientos perdurarían hasta la Edad del Hierro. Otros las fechan entre el Calcolítico (2500-1800 A.C.) y la Edad de Bronce (1800-750 A.C.)
Catalogado como Bien de Interés Cultural y Monumento histórico-artístico nacional (25/Abril/1924).
Su descubridor fue Fernando José López de Cárdenas, cura párroco de Montoro (Córdoba) que recorrió estas tierras por encargo del conde de Floridablanca. El 26 de mayo de 1783 reconoció las pinturas de Peña Escrita y Chorrera de los Batanes o Batanera. Las interpretó como signos fenicios, egipcios y cartagineses.
No se vuelve a tener noticia hasta que Luis María Ramírez y Casas-Deza publica dos artículos en la revista Semanario Pintoresco Español, en 1844 y 1846, uno sobre los baños termales y otro específicamente sobre las pinturas rupestres.
En 1847 alude a ellas el Diccionario geográfico-estadístico-histórico de Pascual Madoz.
El primer estudio científico riguroso es el de Manuel de Góngora Martínez en su obra Antigüedades Prehistóricas de Andalucía (1868) acompañado de dibujos; las relaciona con los íberos y celtas.
En 1911 el francés Henri Breuil llegó a Fuencaliente y visitó y estudió Peña Escrita, La Batanera, Los Gavilanes y La Golondrina. Contrata los servicios de Tomás Pareja Luna, práctico local y en 1912 volvió a Fuencaliente acompañado de Hugo Obermaier extendiendo su estudio a los abrigos rocosos de Escorialejo, Piruetanal, Cueva Melitón, Solana del Navajo, Cueva del Monje, La Serrezuela y la Cueva de la Sierpe, además de otras localizaciones en Solana del Pino y Mestanza. Publicó sus trabajos en una extensa obra sobre el arte esquemático en la Península Ibérica, quedando recogidos la totalidad de los hallazgos habidos hasta entonces en el gran Corpus de Breuil (1933-35).
En los años 60, Pilar Acosta publicó dos importantes obras de sobre la pintura esquemática: Significado de la pintura rupestre esquemática, Salamanca, 1965, y La pintura rupestre esquemática en España, Salamanca, 1968.
Finalmente Alfonso Caballero Klink recatalogó de nuevo los yacimientos de pintura rupestre esquemática de Sierra Morena en la provincia de Ciudad Real y testimonió su deterioro al comparar sus láminas con las que dibujó Breuil en 1911.
La interpretación de Breuil y Obermaier veía en ellas un testimonio religioso de culto a los antepasados, y los recintos con pinturas serían lugares sagrados en donde se celebraban ceremonias funerarias y también matrimoniales. Esta teoría predominó mucho tiempo, pero nuevos estudios (Manuel Gómez Moreno, Pilar Acosta) tendieron a ver el factor religioso como elemento integrante pero no exclusivo. No se descarta un sentido narrativo y descriptivo, e incluso, por su sentido simbólico, se ha sugerido la posibilidad de ser auténticos pictogramas que corresponderían a un arte ideográfico y a una verdadera escritura pictográfica. Fueron declaradas monumento histórico artístico nacional el 25 de abril de 1924.
Las pinturas aparecen agrupadas en tres conjuntos próximos entre sí, orientados al noroeste. El panel 1, situado sobre un pequeño abrigo de unos 3 m. de alto, consta de 34 figuras. Los paneles 2 y 3 se disponen sobre pequeñas paredes a la derecha del anterior, con menor número de figuras (3 y 18 respectivamente). Los motivos predominantes son antropomorfos de tipo ancoriforme, líneas onduladas o serpentiformes y circulos concéntricos.
Las pinturas están hechas con tintas planas de tonos rojos y ocres, elaborados a partir de arcilla rica en óxido de hierro y componentes orgánicos de tipo proteico utilizados como aglutinante. Los colores se aplican con un único trazo, generalmente de pequeño tamaño, que compone toda la figura o limita el contorno externo.
El elevado grado de esquematismo utilizado reduce la imagen real a las líneas básicas, junto a las que aparecen imágenes que difícilmente pueden relacionarse con una realidad concreta, lo que plantea problemas para su interpretación. Los temas tratados son muy variados y aluden tanto al plano material como al espiritual del ambiente cultural en que se desenvolvieron sus autores. Apenas existen escenas, aunque se identifican como tales las imágenes que aparecen próximas y que sugieren al espectador una composición escénica. Las figuras temas más representadas son las antropomorfas, las zoomorfas y los motivos geométricos.
Estos yacimientos no eran lugares de hábitat. La gente que las pintó vivía en poblados estables de fácil defensa, situados en pequeñas elevaciones o en lo más alto de la sierra, desde donde controlaban pasos naturales, yacimientos mineros y otro tipo de recursos. Aunque su significado nos es desconocido existen varias interpretaciones. Para algunos autores se trata de espacios sagrados donde se realizaban diversos tipos de ceremonias religiosas, otros lo relacionan con el culto a los antepasados e incluso con señas, indicadores o límites de propiedad o región, si bien es posible que no todos los motivos y las estaciones rupestres deban relacionarse con una única causa.
Se encuentra vallado pero visible al público en prevención de posible destrucción.
Al aire libre. Abiertas todo el año.
El acceso a La Batanera se encuentra en el kilómetro 101,6 de la N-420. Después de recorrer unos 400 metros (junto al área de descanso) hay que coger el camino de enfrente y recorrer por camino en un estado regular unos 2000 metros hasta el aparcamiento de La Batanera. En este aparcamiento nos encontraremos con unas puertas de barrotes, las cuales tedrán que cerrarse a su paso para que no puedan salir animales del rebaño. Recorrer unos 450 metros a pie por un pequeño camino de cemento hasta las pinturas rupestres de La Batanera.
Fuentes: