El Refranero popular de la lengua española (c)

  Cada perro con su hueso.

  Cada perro tiene su hueso, aunque se levante tarde.

  Cada peso tiene su contrapeso.

  Cada puerta va bien en su quicio, y cada uno en su oficio.

  Cada puta hile y devane y el rufián que aspe.

  Cada quien es dueño de su miedo.

  Cada quien, con su cada cual.

  Cada quien, sabe dónde le aprieta el zapato.

  Cada quien, sabe lo que carga su costal.

  Cada raposa mira por su cola.

  Cada ratón tiene su nido y cada mujer su abrigo.

  Cada santo tiene su candela.

  Cada sendero tiene su atolladero.

  Cada siete años se muda la condición, la costumbre y complexión.

  Cada tierra bien su fruto lleva; mas no el que tu quieras.

  Cada tonto tiene su manía.

  Cada uno arrima el ascua a su sardina.

  Cada uno canta como le pagan.

  Cada uno canta como quiere.

  Cada uno con su humo.

  Cada uno cuelga lo que mata.

  Cada uno cuenta de la feria como le va en ella.

  Cada uno dice quién es.

  Cada uno dice quién es.

  Cada uno donde es nacido, y bien se está el pájaro en su nido.

  Cada uno en su casa es rey, pero su mujer hace la ley.

  Cada uno en su casa es rey.

  Cada uno en su casa y Dios en la de todos.

  Cada uno en su casa, al rey hace cabrón.

  Cada uno es maestro en su oficio.

  Cada uno es para si y Dios es para todos.

  Cada uno estornuda como Dios le ayuda.

  Cada uno extienda la pata hasta donde llegue la sábana.

  Cada uno habla como quien es.

  Cada uno hace llegar a la brasa la sardina que ha de asar.

  Cada uno quiere llevar el agua a su molino y dejar en seco el de su vecino.

  Cada uno quiere llevar el agua a su molino y dejar seco el del vecino.

  Cada uno reniega de su oficio, pero no de su vicio.

  Cada uno sabe dónde le aprieta el zapato.

  Cada uno se apaña según tiene maña.

  Cada uno se rasca donde le pica.

  Cada uno tiene su alguacil.

  Cada uno tiene su cada una, y cuando no, la busca.

  Cada uno tiene su modo de matar pulgas.

  Cada uno tiene sus gustos; por eso hay ferias.

  Cada uno trate de su oficio y deje el del vecino.

  Cada uno va a su avío, y yo voy al mío.

  Cada vez que el murmurador charla, echa abajo una acera de casas.

  Cada villa, su maravilla

  Cae mas rápido, un hablador que un cojo.


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