CIUDAD REAL DEL SIGLO XX
DECADA DE LOS SESENTA
Luces y sombras del desarrollo
La década de los sesenta representó para Ciudad Real, como para todo el resto de las ciudades españolas en el contexto del despegue económico y de un cierto proceso de liberalización del régimen, el comienzo de una etapa de crecimiento y de modernización. En las páginas iniciales de este libro, Félix Pillet muestra los cambios que, desde lo demográfico a lo urbanístico, experimentó la ciudad. No todos buenos, por cierto. De hecho, el poblachón manchego que hemos descrito páginas atrás fue dejando paso a una ciudad que iba cambiando de imagen y a una sociedad que cambiaba sus comportamientos. Los símbolos del desarrollo de aquellos años -el seiscientos, el televisor, el frigorífico, la lavadora- ocuparon su lugar en la escala de valores de los ciudarrealeños. Como las nuevas casas, los bloques de viviendas con ascensor v cuartos de baños «alicatados hasta el techo». Se siguió el mal ejemplo de Madrid, que comenzó a copiar el gigantismo de las grandes urbes. El clima de especulación del suelo encontró pronto sus adeptos. La piqueta comenzó, consecuente a tales propósitos, a demoler la ciudad hasta el punto de privarla de sus propias señas de identidad. Cayeron iglesias, casas y barrios enteros. Ninguna guerra había causado tanto estrago como las fáciles ganancias y el mal gusto de los «años del desarrollo». La homogeneidad urbanística del antiguo conjunto se perdió para siempre. Se rompieron perspectivas, se elevaron injustificadas y horrendas torres de apartamentos, la ciudad salió de su viejo recinto histórico y se extendió en barriadas suburbiales mientras el centro ofrecía el agresivo contraste de los despersonalizados bloques de viviendas y los centenares de solares y casas en ruinas. Cuando la conciencia de tal desatino cobró cuerpo en la sociedad y en la administración municipal, ya poco quedaría por salvar.
Si en lo urbanístico el desastre fue patente y de consecuencias casi irremediables, otros aspectos más positivos tuvieron aquellos años. Ciudad Real comenzó a salir de aquel letargo de los tiempos de postguerra y aislamiento. La cerrada sociedad provinciana se fue abriendo. Los nuevos medios de comunicación, en especial uno de los símbolos más valorados del progreso social, la televisión, fue transformando costumbres y mentalidades. La antes escasa actividad cultural se fue haciendo más presente en la vida ciudadana. Nuevas instalaciones que permitieran aquella actividad la hicieron posible. Conferencias, conciertos e incluso coloquios y encuentros científicos comenzaron a ser normales en la vida de la ciudad. Cabe recordar en esos años la labor que, desde la Casa de Cultura, realizó su directora, la archivera Isabel Pérez Valera, cuyo nombre luego se le diera a aquella institución.
La vida religiosa, tan característica de una práctica tradicional y estancada, se vio removida por nuevas experiencias y modelos como fueron los promovidos por el obispo Hervás Benet a través del movimiento de cursillos de cristiandad, experiencia iniciada en su anterior sede episcopal de Palma de Mallorca. Su impacto y su éxito en Ciudad Real, en los que no todo eran factores religiosos, la convirtieron en el centro de difusión en España y hacia otros países, especialmente del área hispanoamericana, de aquel movimiento de apostolado seglar cuya rápida y espectacular floración no tuvo luego mayor continuidad. También en la esfera de la vida eclesial fueron los años de recepción del Concilio Vaticano II y de la renovación que supusieron para la vida la Iglesia. En Ciudad Real coincidieron con los últimos del episcopado de don Juan Hervás y con el inicio de su sucesor en la sede, don Rafael Torija de la Fuente, en realidad el primer obispo de Ciudad Real, ya que todos sus predecesores habían llevado el título de obispos de Dora, una de aquellas simbólicas diócesis in partibus infidelium, como priores de las Ordenes Militares. Un hito en la vida religiosa de la ciudad fue la Letra Apostólica del Papa Pablo VI de 25 de febrero de 1967, por la que se elevaba la catedral a categoría de Basílica Menor.
Tanto en su dimensión religiosa como, más acentuadamente, en su aspecto cultural y de vivencia popular, la renovada Semana Santa adquirió un nivel y una presencia muy notables. Año por año fue creciendo en número de cofradías y en calidad escultórica de los pasos procesionales, algunos de los cuales no reemplazaban, por cierto, a los desaparecidos en la guerra civil. Hoy Ciudad Real cuenta con una Semana Santa declarada de interés regional en Castilla La Mancha, que ha ido perdiendo, además de su antigua imaginería, su tradicional y austero carácter castellano para irse mimetizando con la más colorista y folklórica de Andalucía. Sólo una cofradía, la conocida como «Hermandad del silencio», que desfila procesionalmente en la madrugada del jueves Santo, ha conservado, desde su fundación en 1943, un espíritu penitencial invariable, acompañado externamente de una sobriedad ejemplar. El aumento constante del número de cofrades, al punto de ser la hermandad más nutrida de todas, y el número de ciudarrealeños que en esa noche acompañan la procesión y siguen el rezo del Viacrucis indica hasta qué punto ha calado ese testimonio de tradición y coherencia.
La transición democrática y las elecciones
Uno de los observatorios más relevadores para conocer los cambios sociológicos y los comportamientos colectivos de una comunidad urbana en el mundo contemporáneo es el que procede del análisis de sus procesos electorales. Casi diecisiete años de régimen democrático en España y ya numerosas consultas electorales permiten trazar constantes y advertir cambios de una población característica de una capital de provincia de tamaño medio, con un alto porcentaje de funcionarios y de profesiones liberales, una creciente emigración procedente de su entorno rural, una incipiente industria, un menos que discreto nivel cultural v una escasa movilización política.
En el contexto de la tendencia hacia el cambio político que fue común a toda la población española en los tiempos iniciales de la monarquía, los ciudarrealeños se mostraron claramente favorables en el referéndum del 15 de diciembre de 1976 aprobando la Ley de Reforma Política por 20.805 votos de un censo electoral de 27.173 electores y sobre una participación de 83,73 por 100 del censo electoral, en tanto que se oponían a ella 1.350 de los votantes. Dos años después, elaborado el proyecto constitucional, el referéndum del 6 de diciembre de 1978, lo aprobaban con un índice de participación de un 71,21 por 100 por 18.332 votos frente a 3.743 negativos.
Proclamada la vigente Constitución y convocadas de acuerdo con su articulado las primeras elecciones generales de las que saldrían las primeras Cortes democráticas, se celebraron el 15 de junio de 1977. El electorado de Ciudad Real daría su apoyo mayoritario a la Unión de Centro Democrático (UCD), la coalición de grupos políticos que liderada por Adolfo Suárez aparecía como novedad en el panorama político español. Obtendría 10.100 votos de los 23.338 votantes que acudieron a las urnas. La seguirían en el favor de los electores el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)' con 4.717 votos; Alianza Popular (AP), con 3.451; el Partido Socialista Popular (PSP) que lideraba el profesor Tierno Galván y que había hecho una gran campaña en la provincia incluso en los últimos años del franquismo, obteniendo 2.411 votos y el Partido Comunista de España (PCE) que conseguiría 1.491.
En los restantes procesos electorales, una de las constantes ha sido el crecimiento del censo electoral, consecuencia inmediata del continuado ascenso demográfico en la ciudad. Resultan también muy significativos de la progresiva toma de conciencia ciudadana los altos índices de participación, más acusados, como suele ser normal, en las elecciones generales que en las locales y autonómicas. Las generales de 1979 contaron con un porcentaje de participación del 68,45 por 100 de un censo electoral de 33.446. De nuevo la UCD adquiría el triunfo con 10.312 votos, el PSOE quedaba en segundo lugar con 6.656, seguido de la coalición encabezada por Alianza Popular con 1.985, de la Unión Nacional, que obtenía 1.643, y del PCE con 1.448.
El mapa electoral de la ciudad cambiaría en las siguientes elecciones generales de octubre de 1982. Sobre un censo de 34.614 votantes hubo una participación del 82,9 por 100. La candidatura más votada en la ciudad fue la del PSOE con 13.058 votos (46,48 por 100), seguida de AP, que obtuvo 10.654 (37,9 por 100), de UCD, con 2.447 (8,7 por 100), para bajar luego a los obtenidos por el Centro Democrático y Social (CDS), desgajado de UCD, que obtenía 848 votos (3,02 por 100) y el PCE con 526 (1,87 por 100).
Curiosamente, en la siguiente consulta electoral de 1986 la participación ciudadana bajó al 70,21 por 100 de un censo que había subido a 38.678 votantes. La tendencia conservadora de la ciudad se recuperaba dando 10.746 votos (39,78 por 100) a la Coalición Popular, en un margen muy estrecho con el Partido Socialista (PSOE) que obtenía 10.231 (38,85 por 100) y seguidos del CDS con 3.747 (14,23 por 100) y de Izquierda Unida (IU) con 798 votos (3,03 por 100).
Por similares niveles de participación discurrió la elección de 1989. El censo había subido a 40.745 ciudadanos con derecho a voto. El índice de participación fue del 71,04 por 100. El Partido Popular (PP) obtendría 11.290 votos (39,94 por 100), el PSOE 9.926 (35,12 por 100), CDS 3.302 (11,68 por 100) e IU 2.436 (8,62 por 100). Formaciones que por primera vez acudían al resultado de las urnas como los VERDES o la «Agrupación Ruiz Mateos» obtenían respectivamente sumas tan modestas como 430 votos la primera (1,52 por 100) y 419 la segunda (1,48 por 100).
La última consulta electoral que ha vivido Ciudad Real ha sido la del 6 de junio de 1993, ya con un censo de 44.049 electores, de los que ha participado un 78,67 por 100, lo que muestra una significativa subida desde la última elección. En cuanto a los resultados, el Partido Popular (PP) obtenía 17.704 votos. A continuación estaba el PSOE con 11.388 y más alejados en cuanto a sus resultados, Izquierda Unida (IU) con 3.265 y el CDS con 1.173 votos.
Las elecciones locales
Propiamente en la vida de una ciudad parecen de mayor incidencia aquellas consultas electorales de las que surjan los representantes del poder municipal y la figura de la primera autoridad ciudadana. Sin embargo, la omnipresencia del Estado y de sus órganos en todo el ámbito nacional, el vivo debate político que despierta el interés y la opinión pública en los períodos que anteceden a las elecciones generales, así como la creciente incidencia de los medios de comunicación y muy en especial de la radio y la televisión, consiguen despertar una mayor conciencia del derecho y el deber cuidado al voto. Por lo que respecta a Ciudad Real, las primeras elecciones locales, celebradas el 3 de abril de 1979, consiguieron solamente un índice de participación del 58,69 por 100 de un censo de votantes de 32.446. La candidatura de UCD obtenía 8.594 votos (45,85 por 100), lo que le suponían 10 concejales. Lorenzo Selas Céspedes, que la encabezaba, sería el primer alcalde de la etapa democrática recientemente emprendida. La segunda fuerza política local sería el PSOE con 6.441 votos (34,36 por 100) y 8 concejales, la candidatura Independiente de Ciudad Real con 1.629 (8,69 por 100) y 2 concejales y el PCE con 1.526 (8,14 por 100) y un concejal.
En las locales de 1983, sobre un censo de 35.937, la participación subiría ligeramente a un 61,65 por 100. La coalición encabezada por Alianza Popular conseguía 11.938 votos (55,15 por 100) y 15 concejales, seguida del PSOE con 8.368 (38,66 por 100) y 10 concejales. Ninguna otra fuerza política obtendría representación municipal en esta consulta.
Las siguientes de 1987 despertaron aún más movilización de electores, un 67,35 por 100 de un censo de 38,516. La candidatura de Independientes de Ciudad Real alcanzaba la mayor representación en el municipio con 12.513 votos (49,3 por 100), lo que daba derecho a 14 concejales. A continuación estaban AP con 5.001 (19,71 por 100) y 5 concejales, el PSOE con 4.907 (19,33 por 100) y otros 5 concejales, el CDS con 1.699 (6,69 por 100) y un concejal. Izquierda Unida, con 936 votos (3,69 por 100) no conseguía representación municipal.
En las últimas elecciones locales, las de 1991, sobre un censo de 42.115, bajaba de nuevo el índice de participación que quedaba en el 56,52 por 100. El PSOE pasaba ahora al primer lugar con 9.855 votos (42,61 por 100) y obtenía 11 concejales. Muy cerca se situaba el PP con 9.260 votos (40,03 por 100) y 10 concejales. Dos concejales representarían a IU votada por 1.795 ciudadanos (7,76 por 100) y otros dos el CDS apoyado por 1.709 (7,39 por 100).