Carlos García Lemos

Carlos García Lemos, Ciudad Real, 11-06-1909 – Madrid, 22-02-1988. Actor y director teatral.

Hijo y nieto de actores, pisó por vez primera un escenario a la edad de tres años en La reina mora, sainete lírico de los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero. Sus padres consentían en que apareciera en algunas piezas teatrales y hasta le pusieron un sueldo, que inicialmente fue de 20 céntimos. Quedó huérfano de padre a los diez años, y entonces se vio obligado a emplearse como recadero y vendedor ambulante y en las más diversas ocupaciones para ganarse la vida y ayudar a los suyos, cuya familia se vio obligada a viajar de caridad y pedir ayuda por los pueblos.

Con veinte años, ya viviendo en Madrid, por recomendación de su tío, el gran actor Gaspar Campos, entró de partiquino en la compañía de Rosario Pino y Emilio Thuillier, con quienes estuvo un quinquenio.

Luego, durante un par de años, pasó a formar parte del elenco de la compañía de Manuel París.

En 1931 dio el salto a tierras americanas con la compañía de Juan Bonafé. Poco después Lola Membrives lo contrató de galán joven. Con ella representó en 1935, en el madrileño teatro Coliseum, la obra Bodas de sangre, de Federico García Lorca, y La condesa María, de Juan Ignacio Luca de Tena. Durante la Guerra Civil trabajó mucho en teatros madrileños y barceloneses.

Tras la contienda estuvo varias temporadas con las compañías de Tina Gascó y Fernando Granada. En el teatro de la Comedia formó un elenco con Elvira Noriega, Manuel Díaz y González y Mariano Azaña. En 1947 recibió el Premio Nacional de Teatro. Contrajo matrimonio con la actriz Esperanza Muguerza, con quien representó El gran teatro del mundo, de Pedro Calderón de la Barca, en 1951. Al año siguiente consiguió uno de sus más grandes triunfos con la compañía Lope de Vega, de la que fue primer actor, que dirigía José Tamayo, al estrenar La muerte de un viajante, de Arthur Miller, verdadero acontecimiento en el mundo escénico español. De esa etapa con la compañía Lope de Vega, durante las décadas de 1950 y 1960, hizo varias giras por Hispanoamérica, y mientras estaba en España tenía como teatro el Bellas Artes madrileño, destacó interpretando una amplísima gama de personajes de la dramaturgia universal, y en particular de los clásicos españoles además de Shakespeare: Otelo, El rey Lear, Enrique IV, La vida es sueño, El alcalde de Zalamea, Don Juan Tenorio, Numancia, así como Luces de bohemia, de Ramón María del Valle-Inclán; Tierra Baja, de Àngel Guimerà; Los intereses creados, de Jacinto Benavente; El caballero de las espuelas de oro, de Alejandro Casona; En Flandes se ha puesto el sol, de Eduardo Marquina; Un soñador para un pueblo, de Antonio Buero Vallejo. Durante alguna temporada tuvo también compañía propia junto a Isabel Pallarés.

Su debut ante las cámaras se produjo en 1953 con el papel de marido celoso de Aurora Bautista en la película Condenados dirigida por Manuel Mur Oti, pero no tuvo una buena acogida, y sólo durante la década de 1960 desarrolló una esporádica carrera en la gran pantalla como actor secundario característico, aunque él mismo dijo que nunca se había interesado mucho por el cine. En su filmografía, destacó en trabajos dramáticos en títulos como Siempre es domingo, de Fernando Palacios; El juego de la verdad, de José María Forqué, e Isidro, el Labrador, de Rafael J. Salvia, en 1963; El filo del miedo, de Jaime Jesús Balcázar, en 1964; también ese año actuó en Después del gran robo, de Miguel Iglesias, con quien repitió al año siguiente en Muerte en Primavera, año de 1965 que también trabajó para Javier Setó en La llamada; en 1966, de nuevo con Forqué en un Millón en la basura, y, finalmente, en Las cicatrices, en 1967, de Pedro Lazaga.

En cambio en Televisión Española sí que desarrolló una más intensa actividad, siendo considerado un pionero entre los actores de los programas dramáticos: La barca sin pescador y Cerca de las estrellas, en 1966; o, La casa de los siete balcones y Nunca es tarde, en 1967, mientras que en la década de 1970 realizó su más importante trabajo televisivo en Doce hombres sin piedad, que dirigió Gustavo Pérez Puig en 1973 y fue considerado como el mejor actor de los “Estudio 1”.

En esa década, considerado por sus propios compañeros como todo un maestro de la escena, recibió el Premio Nacional de Teatro en 1970 y el Premio Teatral Ricardo Calvo, en 1972. Fue primer actor en Madrid de los teatros nacionales, el Español y el María Guerrero, destacando en su interpretación de Tío Vaina (1974) y en la representación de La paz, de Aristófanes (1977), y ya en los años ochenta cuando estrenó Diálogo secreto, de Antonio Buero Vallejo. En 1982 fue agraciado con la Medalla al Mérito de Bellas Artes por su carrera artística, que duró hasta 1986, cuando pisó por última vez un escenario para dar a conocer Farsa y licencia de la reina castiza, de Valle-Inclán.

Autor: Manuel Román Fernández

Fuente: https://historia-hispanica.rah.es/